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Los niños de Putin: cómo el Kremlin ha adoctrinado a toda una generación

Un millón de 'soldados'

Los niños de Putin: cómo el Kremlin ha adoctrinado a toda una generación

Niños rusos en la ceremonia de ingreso a la Asociación del Movimiento Social Patriótico Militar Nacional o Ejército Joven, en Volgogrado, en 2023.

Más de un millón de niños rusos se han alistado en el ejército joven. Participan en actos de propaganda y difunden mensajes en las redes a favor de la guerra de Ucrania «contra los nazis», pero también se entrenan para manejar armas y combatir. 

Miércoles, 16 de Abril 2025, 14:09h

Tiempo de lectura: 7 min

María tiene 14 años y acaba de unirse al Ejército Joven de Rusia. Y lo primero que la nueva recluta ha hecho es ponerse el uniforme –boina roja, camiseta roja, pantalones caqui–, grabar un vídeo y subirlo a las redes sociales para enseñárselo a sus amigos de TikTok, la única red extranjera –china– permitida en su país. En la mayoría de sus vídeos, María baila y reproduce canciones populares, como cualquier niña, pero entre medias se cuelan imágenes de ella misma asistiendo a un desfile, participando en actos militarizados...

Ian Garner, profesor de historia y cultura rusas y autor del libro Generation Z, describe así un caso real sobre cómo se capta y adoctrina a los niños en la Rusia de Vladímir Putin. Desde su llegada al poder en 2000, el Gobierno ruso ha invertido mucho dinero en organizaciones juveniles para imponer su ideología, pero ha sido la guerra de Ucrania la que ha dado al Kremlin el impulso que buscaba para adoctrinar a los adolescentes con la versión más agresiva y antioccidental del patriotismo de Putin.

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Orgullo nacional. Vladimir Putin posa con miembros del Ejército Joven.

El eje de esta captación de menores es el Ejército Joven (llamado oficialmente Asociación del Movimiento Social Patriótico Militar Nacional o Yunarmiya), que muchos niños consideran como un segundo hogar, un espacio «donde los sueños se hacen realidad», en sus palabras, un lugar donde María puede convertirse en «la mejor versión de sí misma». El Ejército Joven fue creado por el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, en 2016 para formar a «soldados» de 6 a 18 años que se embarcan en un programa de educación militar, cívica e histórica. 

«Puede sonar como una pantomima de la era soviética, pero los jóvenes soldados de la Rusia de Putin se están preparando para luchar y morir por la patria»

«Puede sonar como una pantomima de la era soviética, pero los jóvenes soldados de la Rusia de Putin se están preparando para luchar y morir por la patria», afirma Garner. En sus campamentos de verano, incluso los niños de 6 años aprenden a montar y desmontar granadas y rifles AK74, y los adolescentes mayores directamente lanzan las granadas y disparan armas. 

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La propaganda de captación. El símbolo 'Z', promovido por el Kremlin para apoyar la guerra de Ucrania, ha sido un éxito para captar jóvenes.

El caso de María es significativo porque no es una niña soldado al uso, explica Garner. Su familia vive bien en términos económicos, lo que suele ser un indicador de «cierta resistencia a la ideología extremista». Su padre trabaja en la industria química y su madre es diseñadora gráfica. No son putinistas, aunque tampoco son muy críticos con el régimen. El padre dice que se sorprendió cuando María le pidió unirse al Ejército Joven, pero tampoco se opuso. Alistarse es fácil. Los candidatos descargan una aplicación, facilitan algunos datos, suben una foto y nace un soldado digital. En los últimos meses, la «unidad» de María ha organizado una feria de carteles para contar las bondades de la «operación militar especial» en Ucrania, ha escrito cartas de apoyo a las tropas en el frente, ha colaborado para reunir ayuda humanitaria para los «refugiados rusos» que supuestamente han sido atacados por el Ejército ucraniano...

La generación Z, versión rusa

Ese patriotismo y la forma en que se expresa María lo marca, obviamente, el régimen de Putin, que ha decidido transformar la apatía de los millennials en la exaltación nacionalista de una nueva generación movida por la rabia. Y lo ha hecho con una brillante campaña de marketing. A los menores de 25 años se los conocía como generación P porque han vivido siempre bajo la presidencia de Putin, pero desde la guerra de Ucrania han pasado a ser la generación Z.

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Patriotismo 2.0. Un niño con un uniforme soviético saluda en el desfile de 2018 del Día de la Victoria, que conmemora la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.

Y no porque esa sea la denominación que les hemos dado en Occidente, aunque en el Kremlin bien podrían haberse inspirado en ello. La generación Z hace referencia a la 'Z' que el Ejército ruso convirtió en símbolo militar para apoyar la intervención en Ucrania. Ahora es un arma de propaganda que resuena en Internet y las redes sociales con una eficacia inesperada incluso para sus creadores. 

Pero, desde que Rusia invadió Ucrania, Alina –al igual que cientos de miles de jóvenes rusos– se ha unido a los grupos promovidos por el Gobierno con nombres como Real Ukraine, Antiterror Z, Z para la Victoria... En ese mundo de teorías de la conspiración, todos los días se descubren nuevas 'verdades' sobre los depravados neonazis ucranianos. Ucrania tiene que ser destruida para salvarse a sí misma, y a los rusos, del terror nazi.  

Hace dos semanas, el Gobierno ruso anunció la mayor llamada a filas en 15 años: 160.000 jóvenes, de entre 18 y 30 años, empezarán a formarse para el combate

El símbolo 'Z', que no tiene raíces en la cultura ni en la grafía rusa, fue diseñado por los equipos de relaciones públicas del Kremlin sobre la marcha para aglutinar a la población después de que el plan de tomar Kiev en 24 horas en febrero de 2022 no saliese como estaba previsto. 'Z' apareció por primera vez en una serie de vídeos producidos por el estado: jóvenes con camisas 'Z' ondeando banderas y coreando su lealtad al Estado, pero esas primeras imágenes, grabadas en las calles y en los centros comerciales, no llegaron a funcionar. Fue al vincular esos vídeos con imágenes de la Segunda Guerra Mundial, de los nazis y del fascismo cuando los rusos encontraron un significado en esa 'Z'. «La 'Z' bombardeada a través de las redes sociales podría significar cualquier cosa siempre y cuando estuviera acompañada de símbolos familiares, rabia familiar y lenguaje familiar», explica Garner.

El 'turbopatriotismo' de Alina

Entre las enardecidas por la 'Z' está Alina, una estudiante de 19 años de una familia acomodada de una ciudad industrial. Ella le explicó a Garner su entusiasmo por el «turbopatriotismo» ruso. Para los estándares rusos, Alina ha tenido una educación privilegiada y ha podido viajar mucho. Hace todas las cosas que cualquier otra persona de su edad podría hacer: sale con su novio, ven los últimos éxitos de Hollywood, beben en los bares locales... Alina sube a su página de VK, la red utilizada por 70 millones de rusos, fotos de viajes, de sus uñas o de su serie favorita, Juego de tronos...

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Juegos de guerra. Los desfiles y los actos militares protagonizados por jóvenes son frecuentes y se difunden en las redes con orgullo. 

Alina se entusiasma en las redes: «Los khokhols (un término despectivo para los ucranianos) son imbéciles»; «Ukrofascistas, sois unos perros rabiosos». «Alina ha aprendido a usar un lenguaje de la violencia y la deshumanización, el del fascismo ruso», que, según Garner, está por todas partes en su país.

Y es que, si en Occidente ya es difícil evitar la distorsión de la realidad que se genera en torno a las redes sociales y las nuevas tecnologías, en Rusia evitar la manipulación del Estado es imposible. Allí no hay otra red que Runet, el Internet en ruso monitoreado por el Estado, que tiene sus propias redes sociales, sus motores de búsqueda y sus aplicaciones para hacer todo tipo de compras. En Runet no existe la corrección política o la verificación de fake news. El Estado anula, cuando no persigue directamente, a aquellos que expresan su oposición a la guerra contra Ucrania.

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Niños de armas tomar... En campamentos y cursos extraescolares, a los más pequeños se les enseña ya a montar y desmontar armamento.

Los grupos demócratas ven cómo sus portales son distorsionados por trolls y hackers. Los medios independientes y los extranjeros están desterrados. Quienes dominan Runet son blogueros e influencers patrocinados por el Estado y que cuentan con cientos de miles de seguidores, como Nikita Nagorny, un excampeón olímpico de gimnasia que entre 2020 y 2024 fue, precisamente, el líder del Ejército Joven y el responsable de que muchos jóvenes se alistasen nada más alcanzar la mayoría de edad.

El muerto más joven

El 4 de abril del año pasado, Rusia reconoció la muerte en la guerra de Ucrania de Daniil Yermolenko, que dos meses antes había cumplido 18 años. Tras dos semanas de entrenamiento básico fue enviado a Berdychi, donde perdió la vida en un devastador asalto contra las tropas ucranianas. Yermolenko es, oficialmente, el soldado más joven muerto desde que Putin ordenó a sus tropas entrar en Ucrania. 

«No podía esperar para unirse a la lucha», dijo su hermano Maksim, de 25 años, que también se ha enrolado en el Ejército. «Le advertí que la guerra no es bonita... pero mentalmente estaba listo. Siempre quiso combatir a los nazis y a los fascistas. Estoy orgulloso de Daniil», agregó Maksim, repitiendo algunas de las expresiones popularizadas por el Kremlin, tan falsas como la cifra de soldados muertos que Putin hace públicas.

Mediazone, un medio ruso que rastrea a las víctimas de la guerra en Ucrania, ha identificado ya a unos 1400 menores de 20 años que han muerto en el frente. Es probable incluso que sean muchos más. Pero ahora el Kremlin se ha embarcado en una campaña sin precedentes para moldear a una nueva generación de rusos ansiosos por alistarse en el Ejército. Hace dos semanas, el Gobierno ruso anunció la mayor llamada a filas en 15 años: 160.000 jóvenes, de entre 18 y 30 años, empezarán a formarse en distintas modalidades de combate, por mucho que se hable de negociaciones para la paz. 

«Estamos librando al menos tres guerras», dijo Serguéi Nóvikov, un burócrata de alto rango en el Kremlin, en 2023. «La guerra en primera línea, la guerra económica y la guerra ideológica: una guerra por las mentes de nuestros jóvenes». En las dos primeras no les ha ido muy bien hasta ahora; pero en la tercera todo indica que van ganando.