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Mi hermosa lavandería

Leonard Peltier: un recordatorio de otro genocidio

Isabel Coixet

Viernes, 03 de Octubre 2025, 11:07h

Tiempo de lectura: 3 min

El 20 de enero de 2025, en los últimos momentos de su presidencia, Joe Biden conmutó la sentencia de Leonard Peltier, el activista indígena de 80 años que había pasado casi 50 en prisión federal. El 18 de febrero de 2025, Peltier fue finalmente liberado y trasladado a la Reserva India de Turtle Mountain en Belcourt, Dakota del Norte, donde cumplirá el resto de su condena bajo arresto domiciliario. «¡Hoy por fin soy libre! ¡Puede que me hayan encarcelado, pero nunca se llevaron mi espíritu!», declaró al recuperar la libertad.

Es el preso político que más tiempo ha permanecido encarcelado en Estados Unidos

Leonard Peltier, miembro del Movimiento Indígena Americano (AIM), fue condenado por la muerte de dos agentes del FBI en un tiroteo ocurrido el 26 de junio de 1975 en la Reserva de Pine Ridge, Dakota del Sur. Desde entonces, Peltier ha mantenido firmemente su inocencia. Su abogado, Kevin Sharp, ha señalado que «Leonard no disparó a los agentes, y el FBI lo sabía, pero ocultó evidencia. La corte de apelaciones reconoció esto, pero no pudo anular la condena debido a los estándares legales». El juicio que llevó al fallo condenatorio estuvo plagado de irregularidades y mala praxis por parte de la Fiscalía. Los partidarios de Peltier denuncian que su proceso estuvo marcado por una «grave mala conducta del FBI y de los fiscales federales, incluyendo la coerción de testigos, testimonios fabricados y evidencia exculpatoria suprimida». Es el preso político que más tiempo ha permanecido encarcelado en Estados Unidos. El principal testigo de la acusación era una mujer con problemas mentales que afirmaba ser la novia de Peltier. Se demostró que nunca se habían conocido. 

El caso de Peltier no puede entenderse sin el contexto histórico del genocidio sistemático perpetrado contra los pueblos indígenas de Norteamérica. La destrucción de la población indígena estadounidense, su cultura y sus lenguas ha sido caracterizada como una forma de genocidio que se extendió a lo largo de siglos. Entre finales del XV y finales del XVII, la población nativa del continente disminuyó, aproximadamente, de 145 millones a menos de 15 millones. La colonización anglosajona se distinguió por su carácter particularmente brutal y exterminador. Los políticos de Washington inventaron el 'destino manifiesto' para justificar esta invasión, proclamando que el hombre blanco tenía el mandato divino de conquistar América. La población de esclavos y los efectos de las guerras brutales, el genocidio de los nativos, la represión y la precaria alimentación redujo el tamaño de las poblaciones indígenas entre un 60 y un 80 por ciento en algo menos de un siglo. Los historiadores se refieren cada vez más a estos eventos como «masacres genocidas», definidas como la aniquilación de una parte de un grupo más grande.

El genocidio no fue únicamente físico, sino también cultural. A los indios americanos se les prohibieron sus religiones, estando en vigor los reglamentos civilizadores hasta 1936. Para el creador del término 'genocidio', Raphael Lemkin, la colonización era intrínsecamente genocida, un proceso en dos etapas: la primera era la destrucción del modo de vida de la población indígena, y en la segunda los recién llegados imponen su modo de vida al grupo indígena. Los sucesivos gobiernos estadounidenses llevaron a cabo un sometimiento de los pueblos originarios apoyándose en el colonialismo, el genocidio y la reeducación, sin admitir dichos conceptos y maquillando el escenario como una pugna entre el progreso y la barbarie. Así lo mostraron al mundo desde Hollywood con una infinidad de westerns. Hoy, los descendientes de las naciones indígenas viven como una minoría marginada en lo que una vez fue exclusivamente su territorio. La población indígena en Estados Unidos se cifra en 2,5 millones sobre una población de 329 millones de habitantes, es decir, el 0,75 por ciento, la mayoría viviendo en reservas otorgadas por el Gobierno. Leonard Peltier se ha convertido en un símbolo de esperanza y resistencia frente a las injusticias sistémicas. 

Su caso ha sido apoyado por Naciones Tribales, premios Nobel de la Paz, exagentes del FBI y numerosas organizaciones, incluso el exfiscal James Reynolds, cuya oficina se encargó del procesamiento. Peltier mantiene: «La lucha aún continúa para mí. No me voy a rendir. Aún tenemos que vivir bajo ese miedo de perder nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra lengua, nuestra tierra, nuestra religión». Su caso trasciende la historia individual para convertirse en un recordatorio permanente del genocidio indígena y de la lucha continua por los derechos y la dignidad de los pueblos originarios de América del Norte.

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