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Viernes, 21 de Noviembre 2025, 11:38h
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Paris Jackson —27 años— ha hecho de TikTok su confesionario. Lo más reciente, un vídeo en el que ilumina su nariz con la linterna y confiesa: «Tengo un silbido al respirar...». El sonido procede de un agujero en su tabique, una secuela de las drogas. «Soy alcohólica y adicta a la heroína», contó a principios de año ante sus 5,6 millones de seguidores.
La mediana de los tres hijos de Michael Jackson ya había hablado de sus intentos de suicidio cuando tenía 15 años. Hoy muestra sin filtros sus cicatrices, sus recaídas y sus desamores. En 2024 se prometió con el músico Justin Long, pero este agosto rompieron. Era su segunda ruptura. Ya le pasó en 2020 con otro músico. Ahora, dice, vive entre Los Ángeles y la carretera, con su guitarra y su perro. Paris se define como cantante y actriz. En el rol musical lo último ha sido versionar canciones de su padre, fallecido en 2009 por sobredosis de anestésicos y sedantes.
Paris —como sus hermanos— siempre ha defendido a Michael Jackson, en especial de las acusaciones de abuso de menores que lo llevaron a los tribunales, pero es poco probable que ella haya salido indemne del entorno creado por el rey del pop.
Paris Jackson tuvo una infancia de lujo en el rancho Neverland, un enorme terreno en California, mitad rancho, mitad parque de atracciones, en el que tanto ella como sus dos hermanos, Prince Michael Jackson I y Prince Michael Jackson II (conocido antes como Blanket y ahora como Bigi) crecieron rodeados de todos los juguetes y caprichos imaginables. Es el mismo espacio en el que dos hombres, Wade Robson y James Safechuck, detallaron los abusos sexuales a los que los sometió el cantante en los años 90, cuando eran niños. No fueron los únicos en denunciar esos abusos, aunque siempre se llegó a acuerdos extrajudiciales. El documental Leaving Neverland desde luego no permite mirar el espacio en el que crecieron Paris y sus hermanos sino como un lugar de pesadilla.
Paris siempre ha defendido a su padre, al que define como muy cariñoso y protector, y, como el resto de la familia, califica las acusaciones de abusos sexuales de mentiras destinadas a conseguir dinero. Quienes mantienen su testimonio sobre esas violaciones cuando eran niños, explican que es la familia la que miente porque su único interés es no perjudicar el legado de Michael Jackson, el valor de sus canciones, del que viven no solo sus hijos sino decenas de gestores, ahora enfrentados entre ellos. Y es que la herencia del cantante se estima en unos 2000 millones de dólares.
Aunque, al margen de intereses económicos, lo cierto es que la abuela de Paris ya contó tras la muerte del cantante que la niña realmente adoraba a su padre. Hizo una especie de santuario en su habitación y hablaba con su padre todas las noches antes de acostarse. «Se acuesta mirando el altarcito y se despierta igual».
En cuanto a la madre de los hijos de Michael Jackson, los dos primeros, Prince y Paris, son hijos biológicos de Deborah Rowe, una enfermera con la que el cantante llegó a casarse pero que renunció a la custodia de los niños en el acuerdo de divorcio a cambio de 5 millones de euros. (La maternidad biológica del hermano menor se desconoce). Si el padre biológico es Michael Jackson siempre ha estado en cuestión dada la blancura de la piel de sus hijos.
París no tuvo relación con su madre hasta que a los 15 años, ya fallecido su padre, decidió retomar el contacto. Ahora, dice la joven, mantienen una relación «amistosa».
Los tres hermanos no solo no tuvieron relación con sus madres mientras crecían. Tampoco se relacionaban con otros niños y muy escasamente con otros familiares. No iban al colegio ni tenían amigos de su edad. No sería hasta la muerte de su padre, en 2009, cuando Katherine, la abuela de los vástagos de Jackson, intentó reintegrarlos en sociedad y los envió al colegio. Paris no se adaptó bien. Aunque, a diferencia de sus hermanos, que siguen rehuyendo a los medios, ella pronto pareció aprender a gestionar su exposición pública. Lo que no es fácil después de haber crecido bajo la obsesiva hiperprotección de su padre que siempre ocultaba sus rostros bajo máscaras o pañuelos. Ahora Paris no solo muestra su rostro sino hasta el agujero de su nariz, un gesto que sin duda releva más de lo que enseña.