Borrar
Déspotas eternos: los octogenarios –y nonagenarios– que gobiernan África

En imágenes

Déspotas eternos: los octogenarios –y nonagenarios– que gobiernan África

Paul Biya gobierna Camerún desde hace más de 40 años. En medio de denuncias de fraude, a sus 92 años, acaba de ser reelegido para un octavo mandato, que culminará cuando cumpla 99. Siempre va acompañado de su mujer, Chantal Biya.

La edad media de la población africana es 19 años… y tiene los gobernantes más ancianos del planeta. Siete de ellos, con más de 80 años y varias décadas en el poder. En un continente que vive en futuro, sus líderes se aferran al pasado, perpetuándose entre autarquías, dictaduras y urnas diseñadas a medida.

Jueves, 20 de Noviembre 2025, 16:12h

Tiempo de lectura: 5 min

Cuando despertó, Paul Biya todavía estaba allí. Podría ser el cuento más corto de Camerún –parafraseando a Augusto Monterroso–, pero también el más pre-ciso. Desde hace más de cuatro décadas, el país no conoce otro jefe de Estado que él. Y, sin embargo, sus súbditos apenas saben de él. Biya, de 92 años y reelegido para su octavo mandato, pasa largas temporadas fuera del país, casi siempre en Suiza, donde se refugia entre hoteles de lujo y tratamientos médicos. El año pasado estuvo ausente tanto tiempo que se desataron rumores sobre su muerte. Pero no: simplemente disfrutaba de su retiro dorado, acompañado de un séquito de medio centenar de asistentes… y de su omnipresente esposa, Chantal Biya. Primera dama desde 1994 –cuando tenía solo 23 años–, Chantal es tan célebre por su cabello imposible como por su influencia política. En 2010 llegó incluso a ordenar la destitución del seleccionador nacional de fútbol por su «vida alocada». Camerún posee madera, petróleo, cacao, café, gas y minerales. Pero la riqueza no gotea: se queda arriba. A finales de los noventa, el país encabezó la lista de los más corruptos del planeta, según Transparencia Internacional. Hoy sigue entre los diez primeros. Mientras tanto, Biya continúa gobernando por decreto y delegando el día a día a un círculo cerrado de leales. En Camerún, el futuro parece un bucle. Y cada mañana, cuando el país despierta, Paul Biya sigue allí. Camerún es solo el ejemplo más sangrante de un país africano condenado a vivir 'eternamente' bajo un anciano déspota. Pero otros seis países siguen el mismo camino con octogenarios al frente.