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El bloc del cartero

Privilegios

Lorenzo Silva

Viernes, 03 de Octubre 2025, 11:11h

Tiempo de lectura: 9 min

Vienen tiempos de escasez, que algunos ya están viviendo en avanzadilla, y en los que será cada vez más difícil justificar su compatibilidad con la vasta panoplia de privilegios de que disponen nuestros dirigentes, en activo o tiempo ha retirados. Que los franceses, que afrontan una serie de reformas dolorosas para sostener su maltrecho estado de bienestar, hayan abierto el melón de las pre-bendas con las que se premia de por vida el paso por algunas magistraturas no puede sino interpelar a un país donde la deuda pública, sin ser tan alta, supera con holgura el PIB y, lo que es más importante, hay muchas personas que no pueden acceder a una vivienda, llegar a fin de mes o ambas cosas al mismo tiempo. Nunca fue muy estético que el premio lo decidieran los premiados. Ahora es la ética la que les aprieta.

LAS CARTAS DE LOS LECTORES

Privilegio eterno

Sébastien Lecornu, nuevo primer ministro francés, ha anunciado su intención de acabar con los privilegios de expresidentes, ex primeros ministros y antiguos responsables del Interior. Su objetivo es claro: poner fin a una clase casi 'nobiliaria' en un momento en que los presupuestos públicos no admiten más gastos superfluos. En democracia se viene a servir, no a convertir el paso por las instituciones en un bono vitalicio de privilegios. Nadie sabe si la propuesta de Lecornu prosperará, pero sí resulta evidente que, con el visto bueno de Macron y en plena conflictividad política en Francia, se busca romper unas reglas que beneficiaban a unos pocos mientras se exige esfuerzo a la ciudadanía. La pregunta es inevitable: ¿tomará nota España? Sería un ejercicio de justicia aplicar el mismo criterio en nuestro país. Haber tenido responsabilidades en el pasado no puede suponer un privilegio eterno. Las jubilaciones de los ciudadanos comunes exigen décadas de cotización para garantizar una pensión digna. ¿Por qué la clase política debe ser diferente? Francia, con un cambio de liderazgo, ya ha dado un paso que impacta en la vida pública. Nosotros, ¿a qué esperamos?

Pedro Marín Usón. Zaragoza


Y heredará la Tierra

Son muchos/as los entendidos que no auguran un buen futuro con la llegada de la inteligencia artificial. Por lo que respecta a las redes sociales, bien claro nos lo deja el día a día. En una de las narraciones de Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco (A. Clarke) se lee: «Y entonces empezarán a mangonearnos, son lógica, y no estarán dispuestos a tolerar tonterías». La máquina heredará la Tierra. No iba muy errado, pero hoy sucede lo contrario. En la Red, las tonterías –¿o no es una de ellas que adultos nos comuniquemos con figuritas de parvulario?– han enterrado ya no la lógica, sí el sentido común. Eso respecto a las redes. Respecto a la IA, no yerra el autor. La máquina heredará la Tierra, y se acabó el matiz. Frío.

Francisco García Castro. Estepona (Málaga)


Gobierno genocida

Israel lleva décadas haciendo con los palestinos lo que los nazis hicieron con ellos, expulsión de sus tierras, saqueo de sus bienes y recursos, guetos, asesinatos por parte de los colonos con absoluta impunidad y todo ello con un silencio cómplice y repugnante por parte de organismos y naciones con claros intereses, entre otros económicos, con el Estado de Israel. Que el Gobierno de ese país es genocida está fuera de duda, y que tiene tintes nazis (si actúas como un nazi…) también. Estoy convencido de que Netanyahu y sus secuaces sienten el mismo placer viendo a mujeres y niños gazatíes destrozados por su ejército que el que sentían los jerarcas nazis viendo a mujeres y niños judíos subiendo a los trenes de la muerte o entrando en las cámaras de gas.

Emilio Alútiz Mtnez. de Salinas. Vitoria-Gasteiz


Barbarie lucrativa 

Un vocablo está en boca en los medios de comunicación, 'genocidio'. Se alude a la devastadora y pavorosa masacre que de manera insostenible se está perpetrando en Gaza con el sitiado y hambriento pueblo palestino. La ONU también así lo califica. Lo inaudito es que, al parecer, detrás de esa despiadada ofensiva bélica, para nada selectiva, ya que a diario mueren seres indefensos, civiles, cobra fuerza la espeluznante idea de que, desalojado el pueblo palestino, ese territorio se convierta en una suerte de resort de lujo con generada expectativa de una proyectada bonanza inmobiliaria, con lo cual el vídeo creado con IA de la Casa Blanca, referido a la franja de Gaza reconstruida, con rascacielos, casinos de recreo e incluso hasta con una estatua conmemorativa dedicada a Trump, no sería una broma macabra, sino un proyecto abyecto a costa de la barbarie, la inmoralidad y la descarnada deshumanización.

José María Torras Coll. Sabadell


La trampa de la última palabra  

En muchos espacios de deliberación una táctica recurrente consiste en intervenir estratégicamente al final de una reunión, cuando el tiempo apremia y ya no existe margen real para el debate. Lo podemos ver en el Congreso, en alguna que otra comparecencia o incluso en el trabajo. Esta práctica, lejos de ser inocua, erosiona la libertad de expresión al impedir la réplica y permite que opiniones o datos cuestionables se instalen como verdad sin ser contrastados. Se trata de una manipulación sutil: quien habla el último se beneficia del silencio forzado de los demás, condicionando la percepción colectiva y debilitando la transparencia en la toma de decisiones. Lo más preocupante es que quienes recurren a esta estrategia suelen partir de la idea de que los demás no notan la maniobra, como si la astucia de acaparar la última palabra pasara inadvertida. Sin embargo, la mayoría percibe perfectamente el intento de imponer un cierre unilateral y manipular la narrativa. Esta subestimación de la inteligencia colectiva genera desconfianza y deteriora el clima de respeto y la credibilidad de todos. Es ya muy predecible aquello de «ya perdonarán ustedes, pero son las cinco y no he comido». Es un modo de desviar la atención, frenar la réplica y consolidar un discurso sin contraste cuando la verdad nos incomoda. La democracia y la transparencia han de prevalecer frente al argumento del apetito y el reloj. Para hambre la de los niños en Gaza.

María Portero Santabárbara. Zaragoza 


Su hija pequeña  

Aunque quedó huérfano a los ocho años y sufrió guerra, posguerra, fábrica y demás, nunca se quejó. Por entonces no se hablaba de ansiedad, de depresión, ni de síndrome postraumático; simplemente se levantaba cada día y se sacrificaba por su familia porque eso le validaba y le hacía sentirse bien. Mi padre, trabajador, honesto, ahorrador y cariñoso, vivió su vida con sencillez, con clase y con paz. Nunca le oímos hablar mal de nadie. Su felicidad consistía en su huerta, las semillas plantadas según el ciclo lunar, su partida de mus en la sociedad, su partido de pelota y el abrigar en sus manos mis pequeños pies cuando volvía calada de la escuela a la hora de comer. ¡Tenía la mejor sonrisa! Al haber nacido tarde, mi madre solía decirle: «Llévate a la niña», así que a sus hombros nos íbamos al monte detrás de casa, subíamos al pinar número uno, luego al dos y al pinar número tres. Con el aprendí a apreciar la naturaleza, a nombrar los diferentes tipos de árboles según la forma de sus hojas, a vocalizar el gusto que dan los primeros rayos de sol en primavera, el dulce sabor de las uvas listas para la vendimia, la perfección linear de sus cebollas, lechugas, coles plantadas en su jardín. Con él aprendí a poner un pie enfrente del otro porque como él decía, no lo pienses y sin querer, estás ya en la cumbre. Desde entonces y gracias a él, he conseguido varias cumbres y aunque reconozco que mi vida privilegiada a nivel social, profesional y personal en California con todo tipo de experiencias, no tuvo nada que ver con la vida que le tocó vivir a él, también reconozco, ahora que estoy de vuelta en casa, que tenerlo todo, ese 'todo' es lo que reside en mi interior, muy aparte de lo que adorna mi vida material exterior.  Cuando murió a mi lado a sus 96 años no le lloré, lo que sentí en aquel momento, como lo siento ahora, años más tarde, es puro orgullo de haber sido su hija pequeña. Por eso quizá, cuando acudimos a la funeraria y nos preguntaron qué tipo de ataúd para este padre de gama alta, que si roble, que si caoba… sin dudarlo un segundo les dije: «De pino, por favor!».

Espe Benito. San Sebastián 


Tecnología poco fiable

La UE está empeñada en salvar ella sola al planeta cuando su territorio sólo representa el 2% de la superficie terrestre y el 5’9% de habitantes. Pues bien imponen políticas de uso de energías limpias, vehículos y maquinaria eléctricos con enormes restricciones a los que consumen combustibles fósiles. La imposición de esta tecnología todavía no tiene garantías de ser fiable y segura, coches, patinetes, móviles o máquinas con baterías eléctricas se incendian sin causa justificada, incendios en viviendas, garajes o locales han provocado víctimas y enormes daños materiales, el más reciente el incendio provocado por una barredora eléctrica en la Mezquita/Catedral de Córdoba que ha puesto en grave riesgo un monumento declarado patrimonio de la humanidad. Hace falta más  tiempo para el desarrollo seguro de los medios que usan baterías eléctricas y mientras esto ocurre debería primar la seguridad sobre el cumplimiento de unos plazos para la implantación de materiales alimentados con baterías eléctricas que parecen cortos para que esta tecnología esté a punto.

Agustín Aznar Sánchez. Zaragoza


Tuteo

Aunque no exista un grado de confianza suficiente ni ningún tipo de vínculo afectivo, el tuteo es una forma de hablar para dirigirnos a los demás que cada vez se utiliza de manera más habitual y está más extendida. Antaño recibir el tratamiento de usted llenaba de orgullo, ya que suponía haber alcanzado el reconocimiento que otorgaba la madurez y la experiencia, o bien una determinada condición profesional. «Háblame de tú», te dicen ahora aquellos que sienten casi como una ofensa que los trates de usted. Incluso vemos y oímos en los medios de comunicación a profesionales de este campo, tuteando a su audiencia. Siendo jovencita, hacía finales de los ochenta, asistí al colmo del tuteo cuando estando ingresada en el hospital mi abuela paterna, la hornada de médicos más jóvenes del momento la tuteaban cuando entraban en la habitación para preguntarle cómo estaba. Con el tiempo he podido ver como aquel 'experimento' en el trato a los enfermos de más edad cayó en desuso. Creo que hablar de usted cuando procede no es sinónimo de distancia entre personas, sino de respeto. Que nos traten con distancia, es otra cosa bien distinta.

Inma Miravet Campos. Valencia


LA CARTA DE LA SEMANA

Víctimas y verdugos

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+ ¿Por qué la he elegido?

Porque la esperanza, aunque sea ingenua, siempre es algo mejor que el fatalismo.

Leo y oigo continuamente comentarios del tipo: «No comprendo cómo los judíos, que vivieron en sus carnes el Holocausto, pueden someter al pueblo palestino a semejante genocidio». Pues, justo por eso, porque las víctimas a menudo se convierten en victimarios, por lo que Anna Freud llamaba «identificación con el agresor», un proceso que a menudo (no siempre, afortunadamente) vemos en otros tipos de violencia, como la machista. Comparto, por otra parte, la opinión de que poco aprendemos y tras el horror de una guerra, cuando decimos «nunca más», sabemos que, por desgracia, lo vamos a repetir, por aquello que también Sigmund Freud nombraba como «compulsión a la repetición» para referirse a la tendencia de los humanos a repetir situaciones desagradables o dolorosas. Pero también, afortunadamente, repetimos experiencias positivas.

 María Josefa Iribarren Cía. Pamplona

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