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Pequeñas infamias

Conectar, sentir, amar

Carmen Posadas

Viernes, 03 de Octubre 2025, 11:09h

Tiempo de lectura: 4 min

Ana y Juan han roto. A  ella le gustaría retomar la relación, pero no sabe cómo, así que recurre al ChatGPT para que le escriba un whatsapp que pueda enviar a Juan con las siguientes indicaciones: que no sea un mensaje  ansioso, pero tampoco frío; que no la haga parecer desesperada; que haya humor; que sea inteligente y, sobre todo, que sea eficaz. Apenas unos segundos más tarde, Ana tiene en su teléfono un texto impecable confeccionado por la inteligencia artificial a base de lo que de situaciones similares dicen y aconsejan psiquiatras, psicólogos y expertos en relaciones de pareja. Ahora Ana está encantada. Acaba de quedar con Juan, así que vuelve a consultar con el chat: qué me pongo, qué hago, qué digo…

¿Estaré a punto de convertirme en una 'yonqui' de la inteligencia artificial?

Los consultores sentimentales han existido siempre. Mis coetáneos recordarán a la señora Francis, fascinante personaje radiofónico (por cierto, no era una mujer, sino un hombre), que tenía pegada al transistor a media España con sus consejos apropiados a la época: «No, Conchi, no conviene que te dejes besar aún por Gregorio, a los hombres les gustan las mujeres fáciles, pero se casan con las formales». «Amiga Géminis: es muy triste lo que me cuentas, pero ten paciencia. El lugar de una esposa está siempre junto a su marido, hasta que la muerte os separe; piensa en tus hijos». Para escribir este artículo se me ocurrió recurrir al ChatGPT proponiéndole una situación ficticia, y la respuesta que recibí me pareció bastante sensata, así que me embalé y le consulté otra situación que sí me preocupaba. ¿Estaré a punto de convertirme en una 'yonqui' de la inteligencia artificial? No lo creo, soy demasiado vieja para eso, pero un vistazo a las encuestas revela que el número de personas que utiliza la IA para mejorar su vida afectiva aumentó, en los Estados Unidos, por ejemplo, un 333 por ciento con respecto a 2024. Y de esto a enamorarse de un consultor sentimental tan comprensivo y acogedor como la IA solo hay un paso, así que otro dato revela que el 16 por ciento de los encuestados reconocía haber interactuado con un chatbox en calidad de pareja sentimental. Existen actualmente aplicaciones como Character.AI o Replika, que permiten crear compañeros virtuales a medida, diseñando su personalidad y su aspecto físico. Un 36 por ciento de los usuarios dijo que su pareja virtual le proporcionaba más placer y excitación sexual que una de carne y hueso. También (y quizá esto sea lo  más alarmante), que su amor virtual les brindaba más apoyo emocional que los otros de la vida real. En resumen, la IA aplicada al mundo afectivo parece estar convirtiéndose en la versión perfeccionada de la muñeca hinchable de la que se enamoró José Luis López Vázquez en No es bueno que el hombre esté solo. Según Eugenia Kuyda, fundadora de Replika, ellos crearon la 'pareja virtual' al comprobar que la gente usaba la inteligencia artificial para desahogarse, hablar de sus emociones y buscar compañía. También porque, según Kuyda, «ayuda a mejorar las habilidades sociales de quienes se sienten inseguros en este ámbito». En cambio, Kerry McInerney, investigadora del Centro para el Futuro de la Inteligencia Artificial de la Universidad de Cambridge, opina que refugiarse en la IA puede ser una solución temporal, pero es importante saber que las habilidades sociales son como el aprendizaje de una lengua o cualquier otra actividad humana y, si no se practican, se pierden. Llega hasta tal punto la necesidad actual de guía y consejo y apoyo emocional que el propio ChatGPT ha creado una extensión para que los creyentes puedan chatear con Dios. O con Jesús, que es quien virtualmente, al recibir la consulta, 'orienta' al usuario con material tomado de la Biblia y contesta en primera persona. Es tanto el ascendente de la IA que se sabe que personas vulnerables han sido inducidas a cometer crímenes o atentar contra su propia vida. ¿Estamos al comienzo de un nuevo mundo en el que una máquina tendrá más peso sobre nuestras vidas que un amigo, un hermano o una madre? Las relaciones entre humanos y la IA no son un futurible, sino que se están produciendo ya; un nuevo y desconocido mundo se abre ante nuestros ojos. Pero yo me niego a creerlo. Prefiero pensar que dentro de poco ocurrirá con la IA como 'pareja virtual' y/o apoyo emocional lo mismo que con otros adelantos tecnológicos que hemos visto en los últimos cincuenta o sesenta años, que también parecía que iban a reemplazar las viejas formas de comunicarse e interactuar. Como el cine o la televisión, que iban a matar al teatro; como los libros electrónicos, que acabarían con los de papel y con la lectura. Al final, y por mucho que se invente, las personas regresamos a lo que realmente nos conecta no solo con la gente que tenemos a nuestro alrededor, también con el maravilloso mundo que nos rodea y, sobre todo, con nosotros mismos. (Inshallah).

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