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Viernes, 11 de Abril 2025, 11:32h
Tiempo de lectura: 5 min
La vimos hace tres años durante una prestigiosa competición ecuestre en París y antes, en 2018, en la boda de su amiga Marta Ortega con Carlos Torretta, pero poco más. Ahora, con 40 años, Athina Onassis aparece (visiblemente cambiada) en la cuenta de Instagram del Centro Pompidou de París y, claro, las redes y los medios echan humo. ¿Volverá a la vida social? ¿Dónde ha estado? ¿No le habrá pasado algo malo? Y, aunque esta última pregunta parezca absurda, con esta familia siempre hay que estar alerta.
Conocida como 'la pobre niña rica', la nieta de Aristóteles Onassis es la heredera directa de su fortuna, pero también de una saga familiar marcada por la tragedia. Su abuela Tina Livanos murió por una sobredosis de barbitúricos con 45 años; su tío Alexander se estrelló con su avión con 24; y su madre, Christina, murió a los 37 por un edema pulmonar cuando Athina tenía solo 3 años. Tampoco a ella le ha ido bien. Casada con el jinete brasileño Doda Miranda, su historia terminó cuando ella descubrió que la engañaba. Desde entonces, la aristócrata vive en Valkenswaard, Países Bajos, dedicada a los caballos y distanciada de los eventos públicos.
Con 40 años recién cumplidos y una herencia estimada en 2500 millones de dólares, Athina nunca ha sido muy partidaria de asomarse a las cámaras. Quizá por todas las desdichas y traiciones a las que ha tenido que enfrentarse desde pequeña y que parecen marca de la casa en la familia Onassis.
El primero de los golpes que recibió fue la muerte de su madre, que tampoco había tenido una vida fácil. Christina, que era fruto del matrimonio entre Aristóteles Onassis y su primera mujer, Athina Livanos (familiarmente conocida como 'Tina'), vio cómo su hermano Alexander moría en una accidente de avión en 1973 y cómo su madre aparecía muerta por una sobredosis de barbitúricos un año después. Además, Christina había vivido con la sombra del engaño de su marido Thierry Roussel (el padre de Athina), que llevaba una doble vida y que tuvo otro hijo con su amante, la modelo sueca Marianne 'Gaby' Landhage, que terminó criando a la heredera universal de la fortuna Onassis.
En 1988, un mes antes de cumplir 38 años, Christina fue encontrada muerta junto a la bañera de una mansión en el exclusivo Tortugas Country Club, situado a las afueras de Buenos Aires. La autopsia reveló que había fallecido de un ataque al corazón. Sus batallas contra el sobrepeso y sus continuas depresiones la habían hecho depender de barbitúricos, anfetaminas y pastillas para dormir. De hecho, ya en 1970 había sido hospitalizada por una sobredosis de somníferos. «Pobre Cristina», decía Sabina en la canción que le dedicó unos años más tarde, «nadie le advirtió que al cielo no se iba en limusina».
También su abuela Tina, y siguiendo con la letra de cantautor, «fue tan pobre que no tuvo más que dinero». La mujer, que se casó en 1949 con el que fue el hombre más rico del planeta durante una buena parte del siglo xx y que tenía 23 años más que ella, no vivió precisamente un cuento de hadas. El matrimonio con Aristóteles Onassis fue un fracaso desde el primer momento. Tuvieron dos hijos, Alexander y Christina, y se divorciaron catorce años después. Tina encontró a su marido con otra mujer en la cama y, además, todos sabían que llevaba años engañándola con la soprano María Callas.
Y, aunque la Callas intentó repetidas veces casarse con el magnate, sus contratos artísticos se lo impidieron y Aristóteles terminó contrayendo matrimonio en 1968 con Jackie Kennedy, viuda del expresidente de los Estados Unidos John F. Kennedy. Por su parte, Tina siguió su vida con otros dos matrimonio, ambos fallidos, y tras sufrir el dolor por la muerte de su hermana Eugenia primero y su hijo Alexander después, ella misma terminó sus días en la suite de un hotel en París tras una sobredosis de barbitúricos. Aristóteles Onassis la sobreviviría solo un año más.
Una tragedia griega en toda regla que, ahora, encuentra nueva temporada en la vida de Athina. También la nietísima ha tenido que sufrir su propia historia de traición con su exmarido, el jinete Álvaro ‘Doda’ Miranda. Era su profesor de equitación y se enamoró de él con solo 17 años. Dos años después se casaron y, tras once más de matrimonio, la pareja llegó a un acuerdo de divorcio. ¿La causa? La doble vida que Doda llevó casi desde el comienzo de su relación con Athina.
Según una biografía no autorizada de Alexis Mantheakis, consejero de Thierry Roussel, el jinete había empezado una historia de amor con una mujer residente en Bélgica, que se había prolongado durante ocho años y medio. En septiembre de 2018, Doda volvió a casarse en el Algarve con la presentadora Denize Severo. Él aportaba al matrimonio una hija, Viviane, fruto de una relación anterior y con quien Athina había mantenido una maravillosa relación durante todos los años que compartió con su padre. Dos meses más tarde de aquella boda, la heredera de los Onassis reapareció en España, concretamente en A Coruña, para asistir a la boda de una de sus mejores amigas, Marta Ortega, presidenta de Inditex, y el hijo del diseñador Roberto Torretta.
Desde entonces poco hemos sabido de la vida de Athina. Que vive por y para sus caballos, que se mueve en un círculo muy elitista, que no hace concesiones a la prensa y que esta aparición en la cena organizada por los amigos del Centro Pompidou de París ha hecho que el mundo vuelva a preguntarse si habrá terminado, por fin, la leyenda sobre la maldición de los Onassis.