Silencio acompañado en el adiós californio
Otras localidades, 15 de abril de 2022
Curiosidades de la Historia, recuerdan los californios que quiso el Cielo que en 1928, justo el año de su creación, la procesión del Silencio de Cartagena se quedara en un desfile en el interior de la iglesia de Santa María de Gracia debido a la lluvia. Salió a la calle por primera vez al año siguiente, si bien durante la Segunda República fue suspendida por motivos de seguridad. Entonces, los hermanos acompañaban solo al trono del Ecce Homo, con la misma talla del Cristo del Prendimiento, titular de la Cofradía.
Noventa y cuatro años después, coincidiendo con el 275 aniversario de su fundación, la hermandad que tiene al frente a Juan Carlos de la Cerra cerró ayer su participación en la Semana Santa de Cartagena de 2022 poniendo en el centro de la ciudad un cortejo del Silencio mucho más amplio y distinto al de principios del siglo XX y al que, esta vez sí, respetó la lluvia. Fue al menos un consuelo para los encarnados tras la suspensión, en la jornada anterior, de su gran desfile anual, el de Prendimiento por los aguaceros de este históricamente húmedo arranque de la primavera.
La convocatoria california para las nueve de la noche congregó a miles de personas a lo largo de un itinerario que volvió a empezar y acabar en el templo de la calle del Aire, y que incluyó vías como Cañón, Mayor, Puerta de Murcia y Serreta. Por ellas pasó el desfile, en medio de una oscuridad rota solo por los hachotes de los penitentes y por los faroles de los tronos, así como por los rótulos de los comercios. También hubo destellos de flashes de los teléfonos móviles con que el público tomó imágenes, pero en la mayoría de casas las luz estaba apagada.
La presencia de la Virgen de la Esperanza, llamada en sus inicios del Silencio tuvo un especial simbolismo tras dos años de pandemia. Su nombre, el verde que la ilumina y ese seguir a su hijo muerto incrédula pero con fe en verlo vivo, en ver vivo de nuevo al Santísimo Cristo de los Mineros, simbolizaron quizás para algunos espectadores la confianza en una salida definitiva de la Covid -19, que tanta enfermedad y fallecidos ha traído, el fin de la guerra en Ucrania y tantos dramas personales.
Lo indudable fue el respeto con que los espectadores siguieron la representación. Hasta reclamaron callar en tramos como la calle del Parque y la entrada a Santa Florentina, por donde se colaba el bullicio de los bares cercanos. Fue sobresaliente la puesta en escena california en su sobriedad, el rigor penitencial, el acompañamiento de fieles y de manolas, el esfuerzo de los portapasos para llevar imágenes como la imponente del crucificado Cristo de los Mineros.
Antes de que cerrara el cortejo la Sección de Honores de la Agrupación de Granaderos, dando escolta a la Virgen con sus tambores destemplados, distintos tercios de capirotes avanzaron guiando sus pasos junto a luces de cera y sin las habituales marchas de las bandas de música. También participó la Mesa de la Cofradía.
Recogida a medianoche
A medianoche, y tras cumplir con el horario y con el horario previsto, ya se habían recogido los integrantes de la procesión. Entre ellos estaban el tercio del Ósculo, precedido por una cruz tumbada llevada por cuatro penitentes, y el de la Vuelta al Calvario.
Antes de que arrancara la madrugada del Viernes Santo, y con ella la principal jornada de los marrajos, los fieles entonaron ante la iglesia el miserere al Ecce Homo («he aquí el hombre») y la Salve cartagenera, dedicada esta vez a la madre de la Esperanza cristiana en la resurección. Las lágrimas afloraron en el rostro de unos californios que, a pesar del disgusto del Miércoles Santo, han completado la mayor parte de su programa de este año.