Así viven en la oscuridad Animales nocturnos: los reyes de la noche no tienen nada de siniestro (solo huyen de ti)

Los humanos imaginamos la noche como un periodo de silencio en el que solo las criaturas más siniestras se atreven a deambular. Pero nada más lejos de la realidad. Al caer el sol, miles de especies inician una actividad frenética con persecuciones, cacerías, apareamientos, juegos... Cuando todo duerme, ellos despiertan. Y cada vez son más.
Martes, 09 de Enero 2024, 15:00h
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La actividad humana ha forzado a algunos animales a hacerse nocturnos. Leones, jaguares o leopardos, armados con una aguda visión nocturna, cazan ahora principalmente en la oscuridad. Otros no han podido y se enfrentan a serios problemas.
Las especies nocturnas cuentan con tres sentidos muy desarrollados: el oído, el olfato y la vista; algunas, incluso disponen de una asombrosa capacidad de visión 'infrarroja'. Otras han ido más allá y han desarrollado sofisticados sistemas de orientación en la oscuridad. Los murciélagos y vampiros, por ejemplo, utilizan la ecolocación, una especie de sónar natural con el que dibujan mentalmente el mundo en el que vuelan.
Muchas especies han optado por vivir en la oscuridad por exigencias de su entorno. Para muchos habitantes del desierto, donde las temperaturas diurnas resultan insoportables y el sol roba rápidamente el agua a los cuerpos, la noche se convierte en una alternativa más viable. Las solitarias dunas de todos los desiertos del mundo se llenan de furtivas sombras móviles al caer el sol.
Zorros, pequeños roedores, murciélagos y algunas aves salen de sus sombríos escondites en cuanto asoma el crepúsculo. La noche ofrece nuevas posibilidades. Para los cazadores es más fácil pasar inadvertidos, hay menos competencia por los recursos y el ser humano –el más peligroso depredador– descansa.

La rata canguro: el bicho 'diésel'
Durante las tórridas horas de luz de los desiertos de Estados Unidos y México, las ratas canguro –hay hasta 22 especies, todas nocturnas– se esconden en profundas galerías subterráneas. Solo en la noche salen a la superficie, donde pueden vivir casi sin agua gracias a unos riñones cuatro veces más eficientes que los nuestros y a un metabolismo capaz de sacar agua de las semillas y hierbas que comen.

El loris lento pigmeo: el animal invisible
El loris lento pigmeo el animal invisible Los grandes ojos especializados del loris lento pigmeo le permiten ver en la oscuridad. La noche protege y esconde a estos animales hasta tal punto que en 2010 se redescubrió en Sri Lanka una especie de loris que se creía extinta desde hacía 60 años, y en 2012 se halló una nueva en Borneo.

El autillo: el 'árbol' que despierta al anochecer
Mimetizados como parte de la corteza de un árbol, todos los autillos pasan las horas del día inmóviles y casi invisibles. Solo al caer la noche se deshacen de su disfraz y, como el resto de las rapaces nocturnas, salen a cazar pequeños roedores e insectos.

El zorro volador: un gigante inofensivo
Como todos los vampiros y murciélagos del mundo, los zorros voladores de la India son nocturnos, pero, pese a su gran tamaño y a diferencia de sus congéneres, son inofensivos y solo comen frutas y flores. El libro Nocturne recoge los impresionantes retratos de estos seres de la noche.

El serval: orejas como radares
Los servales tienen actividad las 24 horas. Unos ojos nictálopes –ven mejor de noche que de día– y un increíble sentido del oído les permiten vivir en los dos mundos. Las grandes orejas orientables de forma independiente localizan con absoluta fiabilidad cualquier presa, incluso en total ausencia de luz.

La pitón: cien kilos de serpiente
La pitón de Birmania es una de las mayores serpientes del mundo: supera los siete metros de largo y los cien kilos de peso. Normalmente, las serpientes son diurnas porque necesitan el calor del sol para activar su metabolismo de sangre fría. Pero las temperaturas de los países del sudeste asiático permiten a estos gigantes cazar de noche.

La capibara: el mayor roedor de la historia
En los pantanos de Sudamérica, las capibaras suelen pasar las horas del día sumergidas, comiendo jacintos de agua. Solo por la noche salen a pastar, aun a riesgo de ser presas de pumas y jaguares, dos predadores de hábitos cada vez más nocturnos.

El gálago: los 'niños del bosque'
Los gálagos deambulan por la noche africana en busca de insectos y pequeños invertebrados. Saltando en la oscuridad de árbol en árbol, parecen surgir de la nada. Muchos pueblos africanos los creen espíritus de la noche a los que conocen como bush babies, los 'niños del bosque'. Piensan que son las almas reencarnadas de niños que murieron de forma violenta. Esta mala prensa les ha venido muy bien: los mantiene a salvo de los nativos.
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