Miércoles, 16 de Abril 2025, 14:31h
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Casi dos mil miembros de academias científicas estadounidenses han firmado una carta abierta en la que denuncian el peligro que supone el ataque sistemático contra la ciencia que ha emprendido la administración Trump. En un comunicado de folio y medio, la élite mundial en diversas disciplinas comienza por puntualizar que los abajo firmantes son personas de diversas creencias políticas y sensibilidades… «Pero estamos unidos como investigadores en la defensa de la independencia científica y enviamos un SOS como una advertencia clara: el sistema científico del país está siendo destruido».
¿Hay que pasarse siempre de un disparate al disparate contrario? ¿Para cuándo la rebelión de los moderados?
A continuación, y a pesar de que su carta está dirigida al pueblo estadounidense, añaden que las medidas que está tomando el presidente Trump podrían tener consecuencias negativas en la esperanza de vida de toda la humanidad, puesto que uno de cada cuatro euros dedicados a ciencia y tecnología del mundo los ponían, hasta este momento, los Estados Unidos. La carta denuncia las medidas que la Administración está tomando en aras de imponer una censura que atenta contra la independencia de los investigadores. Añade, asimismo, que se está valiendo de amenazas financieras con el fin de manipular y seleccionar qué estudios se publican y cuáles no; controla cómo se comunican sus resultados a la población y decide a cuáles se les retiran los fondos. Entre los firmantes se encuentran premios Nobel en diversas disciplinas; científicos destacados en Física, Medicina, Bioquímica, Virología y un largo etcétera.
Esta noticia coincide en el tiempo con otra que, bajo el titular La universidad de Harvard acusada de antisemitismo, expone que se ha advertido a esta prestigiosa institución que se arriesga a perder 9000 millones de dólares si no cambia de actitud. Su 'actitud' ha sido permitir en el campus manifestaciones que el Gobierno considera antisemitas. La advertencia viene después de que a las universidades de Columbia y Pensilvania se las privara de 400 y 175 millones, respectivamente. A la primera, también debido a su supuesto antisemitismo. A la segunda, en represalia por su política DEI (Diversidad, Equidad, Inclusión). Universidades de todo el país están viendo cómo se les retira la financiación destinada a proyectos relacionados con el DEI.
Es cierto que, en algunos casos, la medida viene a corregir los absurdos en los que la política woke estaba cayendo. Como, por ejemplo, imponer temas de género, etnicidad, etcétera, que a menudo excluían el mérito académico en favor de una discriminación positiva y no siempre justa. Pero, como siempre ocurre, para corregir una deriva se acaba cayendo en otra. Nadie más contrario a los disparates woke que servidora de todos ustedes. Pero si antes vi con horror cómo ese ente difuso que es la corrección política nos tiranizaba con sus bobadas buenistas, ahora veo con igual temor cómo los métodos trumpistas intentan retrotraernos a tiempos pretéritos. A épocas en las que autodenominados 'guardianes de la ortodoxia, la moral cristiana y las buenas costumbres' nos decían qué debíamos pensar/hacer/decir.
Porque si algo define los turbulentos años en los que vivimos es la ley del péndulo. O esa de Newton según la cual toda acción provoca una reacción de signo igual y opuesto. En realidad, la historia de la humanidad es la historia de sus movimientos pendulares. Pero para bien y para mal vivimos un momento en el que los cambios se precipitan y una situación deviene en su contraria sin que nos dé tiempo a digerir la anterior y, por tanto, atenuar de modo sensato sus efectos. Este tipo de acción-reacción es una constante histórica. ¿Pero hay que pasarse siempre de un disparate al disparate contrario? ¿Para cuándo la rebelión de los moderados? La de aquellos que no estábamos de acuerdo con las estupideces buenistas y su silenciosa tiranía. Pero tampoco lo estamos con la autocracia de quien ve el mundo en blanco y negro y pretende tutelarnos e impedirnos pensar como si fuéramos menores de edad… o tontos. Los científicos firmantes recuerdan en su manifiesto que la búsqueda de la verdad –que es la misión de la ciencia– requiere independencia y libertad. Idénticos requisitos precisan las sociedades abiertas. ¿O es que ya hemos de renunciar también a serlo?
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