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Un ejemplo inalcanzable

Murcia, 4 de septiembre de 2020

Obituario María Requena Meana

Hay personas que desprenden un halo de luz que las distingue entre el resto y las hace especiales. Conocí a María desde pequeña en el colegio. En esa época ya se caracterizaba por su eterna sonrisa, su voz dulce, sus maneras tranquilas, reposadas... rasgos que la han acompañado siempre. Incluso en los momentos en los que la enfermedad ya reflejaba en su rostro su dureza, ella iluminaba su cara con su enorme sonrisa para decirte que todo iba bien. Y, en cierto modo, en ese momento siempre me daba una gran lección de vida y fe, porque yo, humana y débil en cierto sentido, no dejaba de preguntarme cómo alguien con un corazón y una bondad tan grandes como ella podía estar apagándose de aquella manera; me enfadaba y rebelaba contra lo injusto que era aquello.


Alguien que trabajó siete años en la planta de Oncohematología del Hospital Santa Lucía, dedicándose a través del proyecto que coordinaba, 'Secunda Smile', a acompañar y cuidar a enfermos y familiares en sus últimos días a través de los cuidados paliativos, tan importantes en ese camino que tanto dolor y desesperanza produce. Alguien que desde el año 2009, como voluntaria de FADE, fue responsable de organizar el proyecto de Voluntariado Secunda Junior, dirigido a la atención del menor hospitalizado, mejorando su calidad de vida a través de actividades lúdicas, de educación ambiental y de educación emocional.


Alguien, en definitiva, que ha dedicado siempre su vida a los demás, acompañando a los más débiles y necesitados, haciendo una labor desinteresada pero tan necesaria para tantas y tantas personas que precisaban de calor y consuelo. Incluso en aquellos momentos tan duros, María seguía pensando en el prójimo antes que en ella.


Hace un par de meses sentí el impulso de mandarle un mensaje; quería agradecerle el ser como era, todo un ejemplo de los principios y la fe de los que tan escasos nos encontramos en estos momentos. Y en su respuesta volvió a mostrar su humildad, negando ser ejemplo de nada. Permíteme decirte que estás equivocada. Tu labor, tu inmenso corazón y tu eterna sonrisa me acompañarán siempre. Me siento más que afortunada por haber tenido la oportunidad de haberte conocido. Y, por favor, tal como me dijiste, sigue rezando por mí desde ese lugar privilegiado en el que te encuentras ahora.



María Casajús Galvache, concejal del Ayuntamiento de Cartagena