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Servicial y comprometido con su pueblo

Otras localidades, 12 de agosto de 2023

Servicial y comprometido con su pueblo

JAVIER BALLESTA

El pasado día 7 nos dejaba Alfonso Hernández Hernández, una persona muy apreciada en Las Torres de Cotillas, donde recibió una gran despedida en su funeral, llena de cariño por su servicial y comprometida actividad profesional, como fontanero, y por su compromiso hacia su pueblo.

A lo largo de muchos años, Alfonso estuvo involucrado en la vida social, deportiva (directivo del equipo del Cotillas F. C., viviendo apasionadamente el fútbol toda su vida), religiosa (cofrade del Cristo Resucitado y en la comunidad educativa del Divino Maestro, centro donde estudiaron sus tres hijos) y política, destacando su relación activa y estrecha como militante perteneciente a la junta directiva del PP torreño desde su fundación.

Nació en la 'calle de la rana', el 15 de mayo de 1955, siendo sus padres Jerónimo e Isabel. Dicen los que lo conocieron en su niñez que fue bastante movido e inquieto. A los 15 años conoció a su esposa, la mujer de su vida, María Dolores Martínez, más conocida como Loli, la hija del maestro Antonio, con la que se casó el 3 de mayo de 1980. Tuvieron tres hijos, María Isabel, Alfonso y Antonio, y dos nietos, Pedro y Alfonso.

Ya desde su juventud se dedicó, junto a su padre, a realizar trabajos de fontanería, convirtiéndose en su oficio posterior. Durante su vida profesional demostró un carisma de entrega ya que, teniendo que visitar muchos domicilios para solucionar los problemas tediosos del día a día, siempre daba respuesta. Dado su carácter afable y servicial se hizo de querer entre las gentes a las que servía. Y fue así como nos encontramos con él, cuando llegados a esta localidad tuvimos que recurrir a sus servicios. Para nosotros, Alfonso era el fontanero siempre disponible; nunca te fallaba y siempre respondía. Además de buen profesional era un amigo cercano, con el que conversábamos desde la confianza y la sinceridad. Se jubiló a los 65 años, aunque no dejó de hacer chapucillas y arreglos dado que no salía de su boca un «no» como respuesta, aunque ya estaba presente la enfermedad.

En su despedida comprobamos el cariño hacia este torreño que hizo el bien a su pueblo y que llegó a ser profeta en él. Como agradecimiento a esto, su valiente mujer, junto a sus hijos, supo responder, al finalizar el funeral, desde el altar mayor de la iglesia de La Salceda, por la inmensa muestra de cariño dada a su marido. Toda una lección de vida, para tomar buena nota.

Descansa, Alfonso, por lo mucho que nos has dado. Nunca olvidaremos tu sonrisa y sabemos que desde tu cielo seguirás ayudándonos a seguir en esta lucha.