Nos vemos, Perico
Murcia, 22 de abril de 2015
Obituario Pedro Ruipérez López
Llevo mucho tiempo pensando que la universidad, al menos la de Murcia, mi querida UMU, ya no es lo que era. Han desaparecido gran parte de los valores que tuvo en los años 70. El espíritu universitario brilla por su ausencia, y con él la ética y la solidaridad; la mediocridad intelectual -no la investigadora-, se ha instalado en nuestros campus y no parece que se vaya a ir. La docencia, que es la razón máxima de la existencia de la universidad, se encuentra desestimulada, falta de vocación y rigor. Las últimas reformas no han hecho más que incidir en burocracias pseudo pedagógicas y en que los alumnos paguen más por su matrícula y dispongan de menos becas.
Pero a partir del pasado miércoles día 15, ya hay un motivo más para la desesperanza: la desaparición del recientemente jubilado Perico Ruipérez, amigo y compañero de fatigas en la Facultad de Química de la UMU, al que tuve la suerte de conocer y convivir con él en la época en que una universidad convulsa, la de los conocidos PNNs, empezaba a dar sus primeros pasos en democracia.
Excelente persona y mejor amigo; generoso como pocos; y con una cultura enciclopédica: Su colección de películas, libros y música es, probablemente, una de las más amplias que se puedan encontrar. Siendo una persona con formación científica, siempre he pensado que su base y aptitud siempre fueron humanísticas. La forma de resolver esa 'contradicción' se basó en dedicarse a la Química General, aunque sentía una gran afición por la Termodinámica, la parte más filosófica de su Química Física y, por ende, de la Química. Esto lo explica todo.
En sus inicios universitarios participó activamente en el Teatro Universitario (TEU), pero pronto se dedicó a sus otras aficiones obligadas que, en esa época, estaban relacionadas con la política. Militante del PSP de Tierno Galván, del que siempre fue admirador, no le gustó demasiado la integración de 'su' partido en el PSOE del que pronto se despegó. Tampoco llegó a encontrar su sitio en IU, lo que puede justificar el que, en la misa funeral, a petición suya, la canción que sonara al final fuera 'A las barricadas'. Genio y figura.
Tenía un carácter muy singular, así lo reconocen sus más allegados y los más lejanos; pero era, sobre todo, amigo de sus amigos. La experiencia que vivimos ambos con otros compañeros entrañables, durante el proceso de elaboración de los primeros estatutos democráticos, cuyos nombres no pondré por miedo a las omisiones, fue sin duda inolvidable. Aún recuerdo, como si fuera ayer, que fue el promotor de la primera discusión que tuvo el Claustro Constituyente en el sentido de si había que denominarlos Los Estatutos o El Estatuto. Cosas de Pedro que, entre otras habilidades, era capaz de escribir largos textos en un casi perfecto castellano antiguo. Y, por supuesto, no se me olvidará nunca su participación dentro de la ya histórica fila siete que viví muy de cerca, al lado.
Recuerdo la última lección que me dio mientras comíamos un día en nuestra cantina; eso sí, después de haber devorado 'El País', como siempre. Tuvo que ver con palabras utilizadas actualmente como son, honesta u honestidad. Reconociendo la validez de ambas, él se declaraba defensor de las que proceden del Siglo de Oro como son la honradez o la honra. Y así podía seguir hablando de una persona, un amigo que, entre otras cosas, fue el que revisó mis primeros artículos que escribí en la prensa regional..
Ahora nos ha dejado, casi sin hacer ruido, pero algunos nunca lo olvidaremos.
Hasta siempre, Pedro Ruipérez.
Gabriel García Sánchez es catedrático de la Facultad de Química de la UMU