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Miguel Lucas Tomás

Murcia, 14 de febrero de 2023

Un estomatólogo de brillo y esplendor

KIKA TOMÁS Y GARRIDO

El pasado 6 de febrero de 2023, fallecía en Madrid a los 85 años mi primo hermano Miguel, a quien, familiarmente, llamábamos Miguelito. También fue mi padrino de bautismo. No puedo ni quiero escribir sobre él un obituario magistral, según correspondería dada su excelencia académica y profesional como médico Estomatólogo.

El doctor Lucas Tomás fue catedrático en La Universidad Complutense de Madrid, miembro de la Real Academia de Medicina, creador y primer presidente de la Sociedad Española de Medicina Oral y un largo etcétera, avalado por conferencias, publicaciones y trabajos propios de tan profunda vocación. Vocación que fue el quid de toda su vida.

Vocación inspirada en la gran admiración hacia su padre, Don Miguel Lucas Jiménez, persona reconocida y querida, por su talla humana y profesional, en la 'Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima Ciudad de Yecla'.

Escribir, recordar, volver a vivir, subrayando la importancia de la familia en nuestras vidas. Mi padrino fue un gran profesional, pero también un gran padre de familia numerosa. Sus cinco hijos y sus nietos, pueden seguir y de hecho siguen, metafóricamente hablando, su besana –primer surco que se abre en la tierra cuando se empieza a arar– dándole 'brillo y esplendor'.

Miguelito nació en Murcia. Fue el segundo de los cuatro hijos de Don Miguel y Doña Esperanza. Ella, toda una señora y reina de su hogar. María Luisa, la hija mayor, es también la mayor de los primos Tomás, y siempre, siempre ejemplo de fortaleza y alegría para todos. El tercer hijo, Ricardo, se adelantó a sus hermanos para llegar al cielo, hace varios meses. José Luis, el pequeño, es ahora el mayor –buen referente– de los primos.

Sí, han pasado muchísimos años, décadas, también prodigiosas. La vida nos ha deparado a cada uno de nosotros –creo que todos peinamos canas– alegrías y tristezas. Somos muchos y no es fácil reunirnos como lo hacíamos de pequeños en casa de los abuelos y en La Casita. Pero eso de querernos es el sello indeleble de nuestra familia.

Recuerdo a Miguelito tocando la guitarra y, con sus hermanos y los primos pequeñajos, entonando a nuestra manera, aquella vieja canción: «Todos queremos más, todos queremos más, todos queremos más y más y más y mucho más. El que tiene un beso quiere tener dos y el que tiene cinco quiere tener diez, el de los cuarenta quiere los cincuenta y el de los cincuenta quiere ya los cien»... Ahora, son incontables los besos que van al cielo.