Mariano del Carmen Rosell Fuente
Murcia, 3 de noviembre de 2010
LUIS ARRÓNIZ MECHA
Cuando un amigo se está yendo duele mucho más que cuando, al final, se va. Sobre todo cuando se trata de un hombre sencillo, que desde hace muchos años ha llevado una vida de auténtico héroe, sin saberlo él. Porque encima de todo era humilde.
Hizo escaparates, exposiciones de ropa en España y fuera de España, ideó 'stands' en ferias, lo mismo de moda que de turismo, construcción, alimentación, arte... Se atrevía y le salía bien, porque en Ifepa, con Pedro Roca de jefe, había que atreverse y, por fuerza, tenía que salirte bien. Ahí está Ifepa, toda una realidad. Roca, que murió joven hace siete años, hoy lloraría.
Las amargas derrotas de Mariano del Carmen Rosell Fuente se iniciaron una noche en la que llovía y él volvía de Cartagena en coche con Antonio Cerdán. El retraso con el que se hacen las cosas en nuestra región había impedido que se hubiera hecho la autovía Murcia-Cartagena. El coche en el que él iba demarró y se quedó perpendicular a la vía de circulación en el fondo de un badén, aparecieron los faros de otro coche en lo alto del desnivel y el choque fue brutal, y todos los compañeros de Mariano murieron, alguno abrazado a él y rogándole que diera un beso a sus seres queridos.
Mariano estuvo entre la vida y la muerte, pero sobrevivió y siguió diseñando. Si no lo hubiera hecho, habría muerto.
En 1985 fue promotor de la Agrupación de Escaparatismo y Diseño, y ha muerto preparando el 25 centenario de su creación, para el 4 de noviembre. Superó un trasplante de hígado y reanudó sus actividades, pero le hallaron una piedra en el hígado y hubo que operarlo de nuevo. También lo superó, y hasta colaboró en erradicar las disputas en el barrio de Los Rosales, en El Palmar.
Y hace unas semanas le llegó su apocalipsis: el conducto que trasiega la bilis se había estrechado, los pulmones encharcado, le sacaron más de un litro de líquido y le surgió un enfisema y una insuficiencia renal.
Ha muerto, no creo que por casualidad, el Día de Todos los Santos. Quería morir, como escribió Miguel Hernández, «con la cabeza bien alta». Tú lo hiciste también, Mariano: tus familiares, los integrantes de la Agrupación de Escaparatismo, los de la Mesa Candilejas te echaremos de menos siempre.