Maestro de periodistas con trazo fino
Murcia, 18 de noviembre de 2021
ObituarioJuan Redondo
Ha fallecido Juan Redondo. Era un buen amigo, hombre sencillo y analista político admirado por todos en nuestra profesión. Este es el obituario que nunca quise escribir. Siempre me interesaron sus análisis, sus argumentos y la decisión de conseguir datos fidedignos que no dejasen duda al lector.
En el ejercicio del periodismo le respetaban hasta aquellos políticos que se vieron acorralados por su agudo olfato informativo porque nunca dejaba de perseguir una noticia más allá de las consecuencias personales. Llevó a su máximo exponente aspectos del periodismo clásico, el bueno. Contrastaba las fuentes de manera pertinaz. No masacró nunca a un entrevistado. Y explicaba al lector de tierras lejanas el contexto de lo ocurrido aquí.
Juan era un maestro de periodistas. Salió de un pueblecito minúsculo de Segovia, Navares de las Cuevas, hace 68 años. Allí era 'Juan, el estudiante'. Su pueblo era ese sitio donde volver una y otra vez en cada conversación.
Estuvo en redacciones importantes de Canarias, su tierra prometida. Y falleció el martes en Cartagena, su Ítaca particular, ese fin del mundo donde siempre nos tuvo a sus grandes amigos.
Murcia fue su último refugio, el lugar que le vio expresar su arte de periodista en diarios como LA VERDAD, 'La Opinión', 'El Faro' y 'Diario 16'. Las crónicas para 'El Mundo', como corresponsal, explicaban a los vecinos de cualquier punto de España la vida intensa de los murcianos. «Si no consigues explicarles a los de allí las noticias de aquí con el suficiente interés y veracidad, ¿para qué sirve nuestro trabajo?», manifestaba Juan.
Sus fuentes informativas eran muy personales y, a la vez, solventes. Recorrer cualquier calle, a cualquier hora, significaba que alguien le paraba y le decía: «Periodista, sabes que....».
Juan nunca se dejó influir por rumores. Siempre contrastó cualquier noticia por más de una vía y jamás dio crédito a un chismorreo como antesala de la noticia. Su rigor era exigente hasta el extremo, y su red de personas de confianza, numerosa y de gran nivel. Siempre fue un hombre intrépido en sus valoraciones periodísticas. Representaba el interés de la ciudadanía por saber.
Como cronista político, en la Asamblea Regional lo recuerdan por su andar de hombre tranquilo. Si Juan estaba en una sesión parlamentaria, aquello tenía otra altura. Al día siguiente, más de un representante público encajonado en su escaño corría al quiosco para ver la información que él firmaba, o el comentario y el análisis político que desgranaba para los murcianos el estado de la cuestión. Con Juan Redondo se ha ido una época del buen periodismo. Y, lo que más nos duele a muchos, hemos perdido un gran amigo.