Luis Ruipérez Sánchez
Murcia, 31 de julio de 2011
A un amigo, a un compañero, a uno de nosotros
Los profesionales de la Justicia no siempre somos capaces de reconocer de entre nosotros aquellos que desempeñan su trabajo más allá de lo que les es exigible. Querido Luis, contigo tuvimos una excepción. O al menos, tres y en tres momentos diferentes: con ocasión de la entrega de la Cruz de San Raimundo de Peñafort y, hace no mucho tiempo, con la concesión de la Gran cruz del mérito de la abogacía y la entrega del premio Conde de Floridablanca, promovidos por jóvenes letrados. Y guardo en mi memoria lo que allí te expresé. Con respecto a la primera, la Cruz de San Raimundo, te decía que en la Sala de Gobierno del TSJ hicimos nuestros los méritos que recogían la propuesta formulada y abrimos el expediente para su tramitación, uniendo las adhesiones recibidas de diferentes estamentos de Cartagena y de toda la Región y de España para que fueras merecedor de tal distinción; y elevamos esta petición al Ministerio de Justicia. En la segunda, te recordaba que ese reconocimiento tenía un valor añadido pues te lo concedía el Consejo General de la Abogacía en plenitud de vida activa profesional.
En ambos momentos reconocía un rasgo común de tu abrumadora personalidad, tu pasión por la justicia y por el buen funcionamiento de la Administración de Justicia en Cartagena. Y llegué a decirte que la Justicia y el Derecho, acaso, avanzaban más con los disconformes que con los excesivamente conformistas. Te agradecía inmensamente tu capacidad dialéctica. Y te citaba a Manuel Azaña cuando decía que «nadie tiene del derecho a monopolizar el patriotismo», y trastocaba esta frase expresando que «nadie tiene derecho a monopolizar la Justicia»: porque la Justicia no es cosa solo de jueces, sino de todos, y resultaba bueno y saludable que las reflexiones, las críticas y las aportaciones provinieran de todos los operadores jurídicos. Querido Luis, esto lo hiciste tú: desde tu corazón, desde la razón, en ocasiones desde tu discurso vehemente, has defendido la mejora del funcionamiento de la Justicia en Cartagena, y así nos lo supiste hacer llegar. Hemos vivido experiencias, hemos visto cómo poco a poco se incrementaba la planta judicial en Cartagena, nos hemos desesperado también cuando esos órganos judiciales solicitados no llegaban, o tampoco la especialización de violencia de género en la sección de la Audiencia Provincial. En fin, hemos compartido responsabilidades que sólo por compartidas son llevaderas.
Trabajaste intensamente no solo para y en tu Colegio de Abogados de Cartagena sino para el resto de los colegiados de España, y en un área tan importante y necesaria como es el turno de oficio, ejemplo de socialización de las prestaciones de la abogacía, aspirando hacer accesible a la Justicia en igualdad a todos los sectores y niveles sociales.
Te dije también cuando dejabas, después de dos mandatos, el Decanato del Colegio de Abogados de Cartagena, que las instituciones están integradas por personas, pero no son esas personas. Y que esa verdad no era un detalle menor, pues estamos de paso, pero tenemos un compromiso: si trabajamos juntos iremos dejando en nuestro país mejores derechos a los ciudadanos, la confianza de éstos en las instituciones y un estado de derecho más fuerte.
Querido Luis, hasta siempre.