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Juan Moreno Pineda

Murcia, 12 de marzo de 2014

Una voz tonificante en la sintonía de Radio Jumilla

GARCÍA MARTÍNEZ

En los núcleos humanos de pequeña dimensión -un pueblo, una pedanía, un municipio- no es difícil encontrar, a poco que te fijes, a uno o varios personajes dotados con una o diversas cualidades para las artes. Lo normal es que, más bien antes que después, esos afortunados abandonen su lugar de nacimiento y se vayan a vivir a alguna urbe de importancia. La idea es desarrollar y sacar el debido partido a unas dotes que sólo se conceden a unos cuantos. Otros, por distintas razones, se quedan de por vida en su rincón. Si nos atenemos a nuestras cercanías, disponemos de un ejemplo muy conocido en Koki, al que se conoció como 'la voz más popular de Yecla', locutor, entre otros oficios, que se murió en su ciudad dejando infinitos amigos.

A pocos kilómetros de allí, se nos fue al otro mundo este lunes uno de los modelos a los que yo mismo me agarré en mi niñez y adolescencia, para ser luego el periodista que ahora soy. Juan Moreno Pineda, también locutor -sus micrófonos eran los de Radio Jumilla, Emisora Parroquial, y sucesivas- fue el tempranero ejerciente lo que más tarde se configuró como una profesión (y no de las más fáciles). Aludo a la de 'animador cultural'. Aunque él no limitaba su trabajo a una institución local, por lo general docente, de la que recibiera un salario. Las dos diferencias más resaltables son: que su público lo componía Jumilla entera y que la compensación no fue jamás económica. Juanito cobró en afectos. (Bueno, y algún 'mantecao' de almendra que nos daba la cordial Beatriz, matrona de la emisora).

Nuestro personaje hizo su periodismo radiofónico en la radio artesanal, pero que funcionaba como Dios, que construyó con sus manecicas Paco, el de la Emisora, otro entusiasta. Destacó (al mismo tiempo que Adolfo Fernández en la riada de Valencia) con el programa Campaña de Navidad a favor de los pobres. Jugó en el estadio de San Juan, con suelo rasposo de alto riesgo, defendiendo los colores -azul y blanco-del Jumilla C. de F. Por ser miope, se sujetaba las gafas alrededor de la cabeza con una liga. Subió a los escenarios como actor de las obras que se estrenaron en el Teatro Vico, compuestas y dirigidas por el compositor Julián Santos. Era pintor, persistente tarea esta que culminó con una exposición cuyos cuadros recogían detalles de la imagen singular del Cristo Amarrado a la Columna, de Salzillo. También ejerció como divulgador del lenguaje jumillano, dando a conocer, junto con un servidor, el significado de -entre otras- la que llamaré palabra clave, o sea: 'nona'. Este término es natural y exclusivo de la Jumilla que ambos amamos.

Animador, pues, deportivo, cultural y artístico. Y al ser hombre que -como se dice ahora- empatizaba con la gente (¡pues que le tenía fe al personal, vaya!), a muchos nos ha jodido enormemente que se nos lo hayan quitado.