Juan Medina Navarro
Caravaca de la Cruz, 26 de junio de 2013
Elegancia festiva y futbolera
JUAN. F. ROBLES
La enfermedad acabó por marcarle un gol. No fue suficiente la barrera compuesta por amigos y familiares, el balón se coló entre los tres palos y la última estirada del que fuera portero en las bases del Real Madrid, no impidió una derrota que -aunque esperada- ha llenado a todos de desolación y tristeza. Juan Medina Navarro seguirá 'jugando' en el cielo, allí desfilará con su elegante 'doble paso' junto a los festeros que ya alcanzaron el Paraíso.
Una vida intensa pero corta. Medina, como era conocido entre sus amigos y vecinos, trajo en su regreso a la tierra que le vio nacer un toque de distinción y de elegancia, que después paseó con garbo y salero por muchos campos de fútbol como delegado del Caravaca CF y que después rubricó en su etapa como presidente, desde 2005 hasta 2009, logrando ascender el equipo caravaqueño a Segunda División B. La ilusión de Medina hizo posible un sueño para la afición de Caravaca que siempre soñó con tener un equipo en la élite del fútbol español. Recuerdos imborrables por la intensa experiencia vivida juntos marcarán para siempre a los que formaron parte de aquel logro deportivo y social.
Medina enseñó a conducir a varias generaciones de caravaqueños. Desde el asiento de 'al lado' vigilaba, corregía y daba las instrucciones precisas para que sus alumnos aprendiesen cómo cambiar de marcha, cómo colocar los espejos o cómo aparcar en un pequeño espacio. En su conversación, amena y culta, no faltaban referencias a su pasión por el fútbol y por las Fiestas de la Vera Cruz. Almorávide convencido, lograba encandilar con sus palabras a más de una joven caraqueña que más tarde se convertirían en 'Favoritas' de la kábila Almorávides. Fue presidente en dos ocasiones, en los años 90 y también en las fiestas previas a asumir la presidencia del Caravaca CF.
De carácter inquieto y soñador, logró contagiar a los suyos la ilusión por las Fiestas de la Vera Cruz. Su hijo Julián fue Sultán Infantil durante tres años que llenaron los ojos de lágrimas de emoción a un padre orgulloso y satisfecho, como pocos, de ver a su hijo representando a los festeros de la Media Luna de Caravaca de la Cruz. Quien había escrito historias para los Actos de Presentación de sus 'favoritas', quien había ideado escenarios y vestuarios, tuvo posibilidad de vivir con intensidad los años de reinado de su propio hijo.
Amante de la literatura y de la ópera, era amigo de reunir en su casa a sus amigos. Conversar alrededor de una mesa era una de sus pasiones; de ideas firmes en muchos temas nunca ocultó su madridismo ni su origen archivelero, del que hacía gala cada vez que se presentaba la ocasión.
Asumió responsabilidades y arriesgó en muchas batallas, tanto festeras como futboleras. Siempre hizo alarde de una gran exquisitez y de una elegancia que eclipsaba a quienes querían hacerle sombra. Hace tres meses, la enfermedad le postraba en una cama de hospital. Aún le quedaban fuerzas para litigar con su compañero de habitación, culé ante madridista, y ambos luchando por ganar la partida de la vida. Quienes presenciaron esos momentos su semblante, marcado ya por el dolor y la enfermedad, intentaban imaginar otro rostro más lisonjero y brillante, lleno de alegría y entusiasmo.
La posibilidad de un trasplante hizo albergar esperanzas. Se produjo el trasplante y por dos veces; pero finalmente la enfermedad logró batir a Medina. Hoy lloramos su pérdida. Esta tarde, su cuerpo sin vida será trasladado desde Caravaca hasta su querida Archivel. En la parroquia de Santa Bárbara, a las siete de la tarde, vecinos, familiares y amigos, darán el último adiós a Medina. Cuando miren hacia poniente, sobre el horizonte de las sierras cercanas, verán el perfil de un agareno desfilando elegantemente hacia su nuevo destino: el cielo.