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José Manuel Gómez Fayrén

Alicante, 2 de diciembre de 2022

Un entrañable transgresor

Leí en no sé dónde, y por tal razón no puedo citar el nombre del autor, que la vida es ese pequeño espacio de tiempo que va desde que se alcanza el uso de razón hasta la llegada de la vejez. Y la vejez se me viene encima cuando me dijeron que José Manuel Gómez Fayrén había muerto en Alicante. Esto de seguir vivo en medio de una senectud de trayectoria implacable tiene el desconsuelo de ver cómo, uno tras otro, amigos y familiares se quedan en el camino. Yo soy bastante llorón, pero esta vez, cuando lo de José Manuel, me he visto sorprendido por una llantera más allá de lo normal. El Profesor, como todo el mundo lo conocía, es amigo desde la niñez y juntos hemos compartido las mismas grandes amistades de las que hoy podemos presumir, gente especial. Todas excelentes personas y muy grandes amigos. Hemos compartido entre nosotros todas nuestras cosas, desde siempre, desde hace más de sesenta años; somos casi como hermanos. Pero el Profesor ha sido especial y es el paradigma de la grandeza de los Gómez Fayrén: simpatía e inteligencia, a partes iguales para los nueve hijos del matrimonio. Era muy listo y lo demostró como médico, cuya carrera, a curso por año, cursó entre Valencia, Madrid y Granada, de acuerdo con la disponibilidad que los cargos de su padre, Antonio Gómez de Cisneros, ejerció como gobernador civil en Logroño y Granada. En Murcia debutó como profesor de Anatomía Patológica a la vera de su maestro, el doctor Llombart Boshdel, que nunca se cansó de ponderarlo. Pronto consigue plaza de profesor titular en la Facultad de Medicina de la Universidad Miguel Hernández en Alicante, ciudad en la que residió durante más de cuarenta años.

No puede decirse que la vida del Profesor fuera plácida tal como, en lo burgués, puede estimarse la de un casado convencional con hijos. La soltería fue asunto muy propio de él. Compaginó novias, una tras otra, con la libertad que da estar libre de compromiso. Solo su vocación docente fue compatible con esa libertad y con la amistad de cuantos participaron de su vida, que fue todo el mundo. Si el espectro de las amistades posibles varía entre uno y diez, siendo el uno un tipo determinado cualquiera y el diez su opuesto, el Profesor participó de la amistad del uno y el otro exactamente con la misma pasión. ¿Quién podría decir que acercándose a José Manuel Gómez Fayrén no encontró hueco en su corazón? Nadie.

Felizmente, abandonó la soltería a la edad de 58 años cuando encontró a su hada madrina, a su venturoso y feliz amor, María Dolores Belló, quien le procuró el necesario reposo a su aventurera vida. El amor a la vida lo llevó ser un apasionado actor principal, capaz de enamorar al mundo entero; divertido, inteligente y locuaz, tuvo mil seguidores en sus aventuras y cosas, siempre divertidas y practicadas con un humor selectivo. Fútbol, toros, cine, literatura, arte, cultura general, de todo ello puede decirse que fue un antecesor de Google, pues casi todo lo sabía.

Mi experiencia con él me llevó a decirle un día que si me desterraran a una isla desierta, a quien me llevaría sería a él. Ha sido mi mejor amigo, me honro de ello, he gozado de su amistad y de sus gestos, tan entrañables. Cuando sufrí un tremendo accidente, hace ya un montón de años, estando en recuperación, hubo de ser rasurada toda mi cabeza debido a las quemaduras que tal accidente me produjo; y él, mi amigo José Manuel, en señal de solidaridad, no tuvo otra ocurrencia que cortarse el pelo al cero, también para procurarse su cercanía a mis heridas. En fin, fue para todos un entrañable transgresor, amable y querido: todo cuanto ponía en cuestión, casi todo, lo hacía sin hacer daño a nadie. Todo lo contrario, lo que practicaba era todo un ejercicio de amabilidad para quienes hemos sido sus seguidores.

Juan Guillamón.