José M. Llorente Roda (Delegado de Johnson&Johnson)
MURCIA, 9 de octubre de 2012
Carta a mi amigo José María
MARIANO BO OLIVER
Amigo mío, quiero hablar contigo y no puedo. Te quiero llamar y tampoco. ¡Ya me he chocado con la realidad de tu pérdida! Pero no quiero que esto sea una despedida, ni un triste epitafio de recuerdo: solamente pretendía decirte que te quería, que quería tantas cosas contigo que ahora me siento vacío; sentimiento, a buen seguro, común a todos los que tuvimos la suerte de vivir contigo, de compartir contigo, de querer contigo todas las cosas que trae y se buscan en la vida.
Conseguiste vivir y hacernos vivir intensamente. Nos enseñaste lo que significa amor en cada detalle, en cada mirada a Ana o a tus hijos, en cada uno de tus gestos hacia ellos, hacia tu gente, que era mucha la por ti querida.
Entre tantas otras cosas, nos enseñaste que una misma situación se puede ver de varias formas, y de ellas siempre decías que era mejor elegir. Y así lo hacías, la compartida, la alegre y divertida, por que al final eso era lo que nos quedaría, el sabor de los gin-tonics, la cerveza y el vino bebido en compañía... En definitiva, los raticos vividos en la Torre -a la que amabas profundamente- o donde fuera, pero con familia o con amigos, que para ti lo mismo era, ya que cariño y gracia a todos repartías. ¡Pedazo de 'pesao', mira que unías! La frase, repetida tantas veces, y que jamás olvidaré era: «Me ha llamado 'El Cremas' -para mí, así lo tenía grabado en el puñetero móvil (léase José María Llorente Roda)- y dice que tenemos que ir a su casa a las nueve. Que no hay excusas, que allí nos espera». ¡En ese momento, amigo y compañero mío, ya habías creado y buscado uno de esos raticos tan buenos de la vida, que luego nadie como tú se ocupaba de que fuera de los que no se olvidan por muchas razones.
Entre otras, por tu sola presencia junto con tu inseparable Ana. ¡No parabas! Eras puñetero, sincero, inquieto, travieso, simpático, jamás triste y siempre amigo y compañero. Sabías escuchar, comprender, compartir, razonar y decidir. Eso sí, siempre por lo recto, sin vueltas y como decíamos a quien no le gustara: «Pues leña al mono y 'cubalibre' a la borrega».
Otra cosa que dejas bien sentada con tu marcha inesperada es que la palabra «no» pocas veces la decías. Te llamaran para ir a Asturias a comerte un cocido de esos que tú decías, cuando del nombre no te acordabas. Te llamara tu cuñado para ir a Segovia a rescatarlo y, de paso, comerte un marranico o cochinillo con tu Ana -eso sí- al lado y activamente participando. Te llamaran 'pa' las sardinas del chiringuito, 'pal' arroz y bogavante o 'pa' la partida del Planes, entre otras actividades que doy por reproducidas, y que a buen seguro que de alguna me he olvidado. Que nadie se moleste, que son solo ejemplos, porque -estimado José María- en todas las que podías estabas y no solo eso: buenas las hacías y, además, las alegrabas.
Legado de amor y cariño
A tu mujer y a tus hijos les dejas el mejor de los legados: el grandísimo amor y cariño que siempre les has dado, que hasta elegante y rápido te despediste para que no hubiera mas sufrimiento del necesario. Así que familiares, compañeros y amigos , ademas de aplaudirte, estaremos a su lado para remediar -en lo posible- la última putada que a todos nos has gastado.
Eso sí, eras -y lo digo a calzón quitado, como tú y yo hablábamos-, amigo de tus amigos, que para lo bueno y lo malo... ¡claro que sí hablabas! Que nadie te buscara para oír aquello que quería oír, porque si razón no tenía ¡se lo explicabas! Pero eso, en definitiva, es la amistad, a la que estabas siempre abonado.
En definitiva, estimado 'Cremas', José María Llorente Roda, jamás pensé que escribiría estas líneas, jamás pensé que de ti me despediría, solo te pido que -estés donde estés- me esperes; y que cuando vaya yo a estar contigo, cuando vayamos llegando ¡tengas la cerveza fría, como siempre aquí abajo para todos la tenías!
¿Y sabes qué te digo? Por ser como eras ¡vaya para ti otro aplauso!
Tu siempre amigo, Mariano Bo Sánchez.