José Luis Hernández Lara
Otras localidades, 4 de noviembre de 2025
En nuestros corazones
FRASQUITO FERNÁNDEZ EGEA
Queridísimo José Luis, mejor diría queridísimo cuñado. Hace apenas unas horas que nos has dejado. En estos momentos, lloramos tu muerte, pero sobre todo tu esposa Isabel y tu hija Alejandra. Los familiares más directos y que hemos vivido a tu lado hemos sucumbido ante el dolor producido por tan irreparable pérdida. Ante el cuerpo, ya inerte, hemos rezado pidiendo a la Fuensantica que el alma haya volando hacia ella y así permanezcas hasta la eternidad. Como un hermano he vivido junto ti, y así nos considerábamos el uno al otro. Nos conocimos allá por 1965, te iniciabas como pretendiente de la hoy mujer y yo lo era ya de forma oficial de la mía, habiendo hablado con la futura suegra y obteniendo su consentimiento para entrar en el domicilio.
Me pediste consejo del trámite a realizar, pero encontraste una ocasión propicia al pasar el «control» sin entrevista alguna. Comenzábamos una amistad que poco a poco iría aumentando, tan solo rota en la fatídica fecha del pasado 31 de octubre.
Siempre has sido un luchador nato venciendo muchas adversidades, pero, en esta ocasión, la maldita guadaña ha tenido más fuerza y te ha segado la vida terrenal. Ahora, en la gloria celestial, estás a salvo de la traición que sufriste en vida. A lo largo de tu vida profesional y particular, has sido un buen sembrador de amistad y cariño. Cultivando la misma con gran lealtad. Esa sementera ha venido dando su fruto, habiéndolo manifestado en el sepelio. Aun cuando esta frase ya está hecha, no puedo dejar de escribirla: eras verdadero amigo de los amigos.
De la familia qué mencionar. Han quedado grabados momentos de alegría, comidas, viajes, acontecimientos señalados, etc. etc. Ellos están grabados en nuestra mente hasta el final de los días. Cuando pasaste a la situación de jubilación, la inquietud te llevó a presentarte como «voluntario» para ayudar a Cáritas en Murcia.
Por la condición de economista, te encontraste, de nuevo, para resolver el «papeleo» de la mencionada. Estuvieses donde estuvieses, siempre llevabas la «murria» dentro de ti. Ver la torre de la Catedral te relajaba. Sentías un gran deseo de regresar a la tierra que te vio nacer. Hoy ya descansas en ella. Hemos perdido el cuerpo, pero José Luis siempre estará en nuestros corazones.