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Joaquín Socoli Osete

Unión, La, 7 de noviembre de 2014

Obituario Joaquín Socolí Osete

Un funcionario ejemplar.


Muy cerca de cumplir noventa y cuatro años, ha fallecido en La Unión Joaquín Socolí Osete, quien fuera durante largos años ejemplar funcionario del Ayuntamiento de la ciudad minera. Nacido en La Unión en 1920, hombre recto, escrupuloso cumplidor de las labores que le fueron asignadas, fue un modelo para todos. Desarrolló primero funciones como agente de la Policía Municipal. Fue incorporado a continuación al cuerpo de vigilantes de arbitrios, acreditando siempre su eficacia en el cumplimiento del deber.


Pero Joaquín Socolí será recordado, sobre todo, por su formidable trabajo de organización del Archivo Municipal de La Unión desde los años setenta hasta su jubilación, en 1986. A su laboriosidad, paciencia, meticulosidad, dedicación y amor por La Unión debemos una obra extraordinaria sobre la que ha crecido la investigación historiográfica de la ciudad minera en las últimas décadas.


Personalmente, debo reconocer en Joaquín Socolí a mi primer guía por los caminos de la historia viva de La Unión a través de sus documentos. Él fue quien, siendo servidor pipiolo universitario, me abrió de par en par las puertas del Archivo Municipal y me permitió tocar el pasado con la punta de los dedos.


Imborrable recuerdo de aquella estancia en los bajos del antiguo ayuntamiento con centenario suelo de madera, cuando, con el crujir de los tablones, resonaba la sustancia del tiempo a cada paso. Al fondo, una sola mesa amplia compartida, frente a frente, por el esforzado funcionario y por este aprendiz de investigador.


Don Joaquín, pluma en ristre, volcada la atención sobre un rimero de fichas o sobre un libro de acuerdos municipales por desentrañar. Largos silencios solo rotos por la curiosidad del imberbe en el trato familiar con algunos apellidos: Maestre, Conesa, Zapata&hellip y la rendida fascinación por el universo completo que encierra el pasado de La Unión.


En aquel principio estuvo Joaquín Socolí, guardián del nido germinal de nuestra historia, cofre del tesoro del que toman sustancia el ayer, el hoy y el mañana del municipio minero por antonomasia. La identidad colectiva se nutre de la capacidad de hacer racimo en torno a la memoria común. Don Joaquín se mantuvo al pie del cañón para velar por ella en una labor humilde y callada pero fundamental, ejercida con discreción absoluta.


Nos ha dejado un hombre bueno, honrado, trabajador y perfecto conocedor de los avatares de su ciudad. Su viuda, Rosa, su hijo, José Antonio, su nuera, Maribel y sus nietos pueden sentirse orgullosos de una vida tan provechosa en su noble trabajo por La Unión. Sirvan estas palabras como testimonio de homenaje y honor en su memoria. Que Dios le premie a nuestro amigo tanta generosidad.