Jesús Carrillo Martínez. Mecánico de bicicletas y amante del ciclismo
ABARÁN, 25 de junio de 2012
La bici y su familia, sus dos grandes amores
JESÚS YELO
Fue un personaje muy conocido y apreciado por muchos abaraneros. Jesús Carrillo Martínez 'El Carche' nos dejó hace unos días sin hacer ruido y sin despedirse de aquellos amigos que le queríamos, como un servidor, con el mismo cariño y sentimientos que él tenía hacia mi familia. Atrás quedan innumerables conversaciones en la puerta de su casa, en plena plaza de La Zarzuela, donde estaba al tanto de todo cuanto acontecía en esta peculiar y querida plaza.
A sus 88 años, la vida de Jesús Carrillo ha estado ligada fundamentalmente a dos cosas: su familia y las bicicletas. Enamorado plenamente de su mujer, Maruja, con la que estuvo casado más de medio siglo y con la que tuvo dos hijas, Carmen y Alicia, que le dieron cinco nietos, y también tenía un biznieto, la muerte de su señora, el 5 de septiembre de 2005, supuso para él un auténtico mazazo del que no se pudo recuperar, y un cambio radical en su quehacer diario, según nos confesaba cada vez que dialogaba conmigo, al que se dirigía como Yelo. «No soy el mismo sin mi mujer», me decía muy disgustado.
Y su segundo amor fueron las bicicletas, su medio de vida, que le permitieron mantener a su familia durante muchos años. Desde los trece años y hasta su jubilación, se dedicó al arreglo y alquiler de bicicletas en su pequeño taller, situado en su propia casa de la antigua plaza Calvo Sotelo y hoy plaza de La Zarzuela, pero eternamente conocida como La Era. ¿Cuántas horas habrá dedicado a esta profesión? ¿Quién no pasó por aquellos tiempos por su taller para que le arreglara la bici o la moto? Tanto esfuerzo y sacrificio le pasó factura, pues hace más de cinco años perdió la visión de uno de sus ojos.
Tal era su cariño y su afición a las bicicletas que impulsó hace más de veinticinco años la organización de competiciones de ciclismo en las fiestas, bajo la supervisión de nuestro común y querido amigo Pepe Marín, de Puente Tocinos; pruebas deportivas que desgraciadamente desaparecieron muy pronto del calendario septembrino. Atrás quedaron múltiples conversaciones sobre política, deportes, familia, toros, los chistes que con tanta gracia contaba de Pedrín de Miralles, al que él llamaba su primo pero, sobre todo, de su Abarán querido, al que no veía progresar en los últimos años.
El 12 de marzo fue intervenido en el hospital de Cieza, y tres meses después falleció. Descansa en paz, buen y querido amigo.