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Ernesto Martínez Cornejo

Otras localidades, 22 de diciembre de 2022

El arquitecto educativo

ANTONIO PUIG RENAU

Nos ha dejado Ernesto Martínez Cornejo. Y lo ha hecho discretamente y por sorpresa. Nunca fue hombre de demasiada presencia pública a pesar de que su ejercicio profesional estuvo ligado, desde el principio, a la función pública. Llegó muy joven a Murcia, cuando apenas tenía 22 años y recién terminada su carrera. Originario de Madrid, se afincó en esta tierra y ha dedicado toda su vida a la arquitectura.

Inicialmente se integró en el estudio de Manuel García Cerdán y, desde allí, saltaría a los servicios de arquitectura de la educación en Murcia. En su labor de funcionario del Ministerio, más tarde Consejería en la que alcanzaría la jubilación, como responsable de la Unidad Técnica tuvo siempre presente la tarea de hacer lo útil también hermoso. No dispuso de grandes presupuestos, ni quizás se le conozcan grandes obras, porque, siendo como era un hombre discreto, dedicó su vida a construir edificios referentes que muchos ciudadanos y ciudadanas de esta Región tienen en sus vidas. Lugares en los que para un número grande de personas ha transcurrido su vida escolar. Para ellos, diseñó y dirigió, con ayuda de otros profesionales, edificios dignos, duraderos y prácticos.

A los estándares de la arquitectura escolar creados para ser repetidos por toda la geografía nacional, él fue modificando e introduciendo variaciones que ennoblecían aquellas obras. En su diseño de los Institutos de Secundaria y Bachillerato de Puerto Lumbreras, Alhama de Murcia y Juan Carlos I en Murcia y en numerosos colegios introdujo conceptos de ahorro energético cuando nadie hablaba de ello, haciendo de la luz natural la protagonista de aulas y pasillos.

Estudioso de la arquitectura, admirador de Frank Lloyd Wright, no desdeñó enseñanzas de Gaudí o de la arquitectura catalana. En su producción escolar, como en la que desarrolló en el ejercicio libre de la profesión, utilizó en las fachadas la nobleza del ladrillo puesto a la llaga. O en su más destacada dirección de obra: el trencadís gaudiniano.

Iglesia del padre Joseíco

En arquitectura religiosa, destaca su contribución al proyecto y construcción de la iglesia de la parroquia de San Francisco Javier, conocida como la del padre Joseíco, que diseñó con su compañero y socio Manuel García Cerdán.

Fue en la rehabilitación del antiguo instituto Alfonso X el Sabio, hoy Licenciado Cascales, donde se puede valorar su capacidad de hacer compatible el respeto a la estructura tradicional con las exigencias de la renovación pedagógica. La entrada al patio con los zócalos revestidos de trencadís de azulejo original del edificio no impide admirar el diseño de la escalera, que sirve de articulación entre el edificio del Instituto y el de la Escuela Superior de Arte Dramático, otra dirección de obra de la que también se encargó.

Los arquitectos responsables de la construcción escolar son personas que rozan el anonimato, pese a haber formado parte de las vivencias de un gran número de personas. Ellos han hecho más eficaz el trabajo de los profesionales de la educación y han puesto al servicio del alumnado edificios amables y duraderos.

Si a Ernesto hubiera que darle un premio, sería el de haber sido pionero, junto a su maestro Manuel García Cerdán, en dignificar la arquitectura escolar, sin alharacas, con presupuestos ajustados y llevando la educación allá donde no la había. Hombre vitalista y discreto. Funcionario leal y honesto. Ernesto, descansa en paz.