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En las lágrimas de los que lloramos tu muerte

Murcia, 10 de diciembre de 2015

Obituario. Ramón Jara

Nunca oí doblar las campanas de mi parroquia a hora tan temprana como esta mañana. Me traía el viento la noticia de que te habías ido, Ramón. Que tu corazón explotó en Roma. Vengo ahora del templo de La Asunción, donde muchas personas, no cabía un alfiler, nos hemos unido para recordarte. Allí estaba tu mejor obra, esos grupos de jóvenes que son el verdadero músculo de la comunidad parroquial que has dirigido estos últimos dieciséis años. No solo eso, porque también he visto esta noche muchos de los frutos de la actividad que has impulsado en una comunidad más viva que nunca: los coros parroquiales, tu apoyo a las cofradías de Semana Santa, la restauración del templo, y ese profundo amor tuyo a nuestra patrona, Nuestra Señora de la Consolación, a la que has hecho guía de tu labor pastoral. Y, sobre todo, Ramón, estabas tú.


No te veía en tu sitio natural, pero te he buscado y te he encontrado en las lágrimas de todos los que lloramos tu muerte, en esos niños cuyos ojos has abierto a la fe, en las voces maravillosas de los coros que has sabido recuperar, en el alma de los fieles que abarrotaban el templo y en mi memoria, en la que guardo tantas llamadas tuyas en mis momentos de tribulación y muchas más en los buenos momentos.


El viernes hablamos por última vez. Tengo esas palabras grabadas en mi memoria e irán siempre conmigo. Fue después de escuchar el bello concierto que, con motivo del 250 aniversario del templo de La Asunción, interpretaron las orquestas del Conservatorio y de Hims Mola. Hoy tengo nostalgia y he rezado por ti, mi buen amigo, mi querido Ramón.