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El carmelita del carboncillo

Caravaca de la Cruz, 31 de julio de 2014

El monasterio de Nuestra Señora del Carmen acogió en la tarde de ayer el funeral por el alma del padre Colsa, que fue conventual durante varios años en Caravaca de la Cruz, a caballo entre la última década del siglo pasado y los primeros años del siglo XXI. El corazón de fray José Antonio de Colsa dejó de latir en Benicasím, Castellón, a las tres de la tarde del pasado sábado.


El padre Colsa, como era conocido en el municipio, tenía 83 años; carmelita descalzo y artista plástico, con estupendas dotes para el retrato a carboncillo, realizó varias exposiciones en Caravaca. Innumerables anécdotas jalonan su presencia en el convento de La Glorieta, como la que contaba, con su humor riojano, cuando una noche estaba viendo la televisión y leyó en el teletexto que había fallecido el padre Colsa. Con su habitual naturalidad exclamó: '¡Anda pero si ese soy yo!'. Nunca se supo si fue una confusión o una broma de mal gusto, pero lo cierto es que la noticia se corrió como la pólvora por la localidad y muchos rezaron por su alma, hasta que el padre Colsa tuvo que aclarar el malentendido.


También protagonizó otra anécdota cuando al ser entrevistado en una exposición, manifestó que 'doy gracias a Dios porque me ha dado el sentido de la vista para admirar la belleza en la mujer'. La respuesta provocó más de una sonrisa entre la audiencia. En las revistas de las fiestas del Carmen era habitual que aparecieran algunas de sus obras, especialmente las dedicadas a la Virgen del Carmen y al Niño Jesús. Seguro que ahora, en el cielo, podrá pintar de nuevo las imágenes que tanto le inspiraron en su vida.


Cientos de ángeles estarán haciendo cola para que el padre Colsa les haga un retrato, tal y como hizo en su estudio del convento carmelita de Caravaca. Este sacerdote carmelita descalzo; era originario de Logroño, localidad en la que nació el de 10 de septiembre 1931. Sus padres, José María y Conchita, tuvieron cuatro hijos: José Antonio, Enrique, Ramón y María del Socorro. Pero la madre falleció cuando José Antonio tenía solo 6 añitos.


Todos los días, cuando su padre regresaba del trabajo llamaba a sus hijos a su habitación para rezar un avemaría ante un cuadro de la Virgen. Lo hacían 'por el alma de mamá'. El padre Colsa realizó sus estudios de Primaria y Secundaria en Logroño, en el colegio de los Padres Escolapios. Cuando su familia se trasladó a Zaragoza vivió cerca de los padres Carmelitas. Precisamente, el tener como confesores a los sacerdotes de la comunidad, fue la mayor motivación que lo llevó a convertirse en religioso de la Orden del Carmelo Descalzo. Realizó el noviciado en el Desierto de las Palmas, en Castellón, y los estudios sacerdotales en Valencia y Zaragoza.


Grupo de aguinaldos


Fue profesor en el colegio carmelitano de Burriana y Castellón antes de marchar a Venezuela y Centroamérica. En Caracas, Venezuela, estuvo impartiendo clases en el colegio Niño Jesús de Praga, de la ciudad de Gato Negro, donde permaneció cinco años. Allí fundó el grupo de aguinaldos, llamado los Villancicos; plasmó algunos dibujos de Simón Bolívar y del Niño Jesús de Praga en las paredes del colegio, y con su gran humildad y cariño se ganó el amor, respeto y admiración de todos.


De allí pasó a San Salvador donde estuvo alrededor de 12 años, hasta que regresó a España para ser operado del corazón. Tras su experiencia misionera, Caravaca de la Cruz fue su primer destino, después se fue a Burriana hasta acabar de conventual en Benicassim. Ahora tiene nuevo destino en el cielo.