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El arca de Vladi

Murcia, 2 de diciembre de 2022

Obituario Vladimir Salazar

La tradición asegura que Noé vivió 600 años antes de la llegada del diluvio universal, hasta el momento en el que su arca comenzó a acoger a todos los animales del planeta para salvarles de su extinción. Seguramente, Dios permitió una vida tan larga a Noé para ofrecerle el tiempo de completar la misión tan importante que le había encomendado. Ojalá Vladi hubiera tenido solo una parte del tiempo que tuvo Noé para completar su proyecto, para acabar lo que no ha hecho otra cosa que empezar. Ojalá hubiera tenido otros 600 años para seguir colocando las piezas de su obra más ilusionante. Era lo justo. Personas como él deberían vivir siempre.

El arca de Vladi fue su fundación, la Fundación Never Surrender, una plataforma para encauzar los esfuerzos de miles de personas en favor de los pacientes oncológicos como él. Pacientes que necesitan realizar ejercicios de fuerza, como los que Vladimir hacía cada día, para mejorar su pronóstico y calidad de vida en su lucha conta el cáncer. Desde su nacimiento, hace menos de un año, Never Surrender se ha convertido en un gigante que está ayudando a cientos de pacientes con cáncer que, como él, necesitan sentir su fuerza interior en los momentos más duros. Solo hizo falta una llamada de Vladi para que todos nosotros, su familia, nos subiéramos convencidos a su arca, ayudándole en su misión. Teníamos un propósito, ayudar a los pacientes oncológicos, y teníamos un modo de hacerlo, su ejemplo, una constante actitud positiva que le ha permitido disfrutar cada capítulo de esta serie que se llama vida, poder ver lo positivo donde prácticamente nadie sería capaz de verlo, luchar con una sonrisa y evitar que las personas que amas sufran por ello.

Jamás olvidaré el día en el que Vladi me encomendó, junto con un pequeño grupo de amigos inquebrantables, el cuidado y la continuidad de su gran proyecto de vida, de su arca para ayudar al mundo, si algún día él no estaba. Le agradecí emocionado aquel honor, deseando que nunca llegase el relevo como capitán de esta nave que él construyó y que él debería seguir pilotando, su Fundación Never Surrender. Ahora que nos ha dejado, y desde donde nos escucha, Vladi, amigo, quiero que sepas que tu proyecto está en buenas manos y que los patronos de tu Fundación continuaremos con tu legado sin descanso.

Este sevillano, hijo de padre portugués y madre española, criado en Cartagena y afincado en Murcia, siempre ha sabido ser conciliador y nexo de unión entre todos los que le rodeaban. Siempre daba el máximo por todos y cada uno de sus pacientes, ha sido un médico ejemplar y, a pesar de su juventud, ha sido maestro de muchos médicos más jóvenes, tanto en la ciencia como en sus valores humanos con los pacientes. Estudioso e implicado con la investigación en la trombosis, ha llegado a ser un referente nacional en este campo de la Medicina. El gran pilar de su vida fue siempre su familia, la de sangre, pero también la que él construyó en forma de amistad sincera, desinteresada, leal y eterna. Convirtió en familia a todos los que fuimos sus amigos. Por eso hoy nos sentimos tan huérfanos. Todos los que tuvieron la suerte de conocer al doctor Vladimir Salazar saben de lo que hablo.

Padre de tres hijos, deportista incansable, amigo incondicional, bailarín y rapero en su juventud, elegante y presumido médico internista después, extrovertido, guapo, generoso y hombre calmado que ha sabido ceder y rehuir de conflictos estériles. Jamás le vi una mala cara ni un mal gesto, si excluimos el rectángulo verde delimitado por líneas blancas que se llama campo de fútbol. Ahí también siempre fue noble, pero un feroz adversario con la única misión de ganar. Tantas anécdotas sobre el césped que darían para escribir un libro entero.

Querido Vladi, con el corazón en la mano, y triste como nunca, quiero aprovechar esta injusta despedida para agradecerte todo lo que nos has ofrecido siempre, por tantos buenos momentos, tantas lecciones de vida, por volcarte en ayudar a los demás cuando más ayuda necesitabas tú, por dejarnos marcados a fuego los corazones con tu forma de vivir y de enfrentar las dificultades. Gracias infinitas por estar en nuestra vida de forma imborrable. En apenas dos años has conseguido mucho más por los demás de lo que la mayoría haría en 600 años o en 600 vidas juntas. Continuaremos tu misión, no debes preocuparte. Solo necesitamos seguir tu ejemplo.

Alberto González-Costea - Vicepresidente de la Fundación Never Surrender.