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Don Vicente Andreu

Murcia, 9 de febrero de 2017

Obituario Vicente Andreu

Recordando tu cara bondadosa


Querido Vicente: Cuando a primeros de año, como suelo hacer siempre, anotaba en el taco del almanaque de mi despacho las fechas (santos, cumpleaños, celebraciones de mayor interés) para tenerlas presentes en su momento sin que se me olvidasen en su día, no imaginaba que el l7 de enero que cumplirías 87 años, tan solo por tres días, no ibas a llegar a celebrarlo vivo.


Y es que la muerte no respeta el nombre, ni la fecha de nacimiento. Siempre es inoportuna y caprichosa. Desde entonces te he escrito con el recuerdo y la imaginación infinidad de cartas. Unas veces a la luz del día, las más durante la noche, cuando el insomnio se apodera de nuestro estado de ánimo.


He querido recordarte con tu cara bondadosa de hombre bueno, que recibió de Dios un corazón bueno. Con tu fácil sonrisa, tus deseos de agradar siempre, de ser útil. Te marchas de este mundo, pero con la mochila de tu vida llena. Con el cariño de los tuyos y de tantos y tantos amigos como supiste ganar a lo largo de tu vida.


Para estos últimos tú eras el aglutinador que los unía y convocaba. Sin proponértelo eras siempre capitán. Actuaste de amigo fiel a diario del que necesitaba paliar su soledad con grata compañía. ¿Cuántos aperitivos...? ¿Cuántas comidas juntos...? Entre tus muchos amores resaltaría a tres de ellos. Bigastro, la tierra que te vio nacer. Tus padres, tus hermanos, tus amigos y amigas. Y San Joaquín de Bigastro, el Patrón del pueblo tan querido. Santo Domingo en Orihuela de los Padres Jesuitas. El colegio que te formó intelectualmente y cimentó tu personalidad y el interior de tu alma. A él acudías en bicicleta desde Bigastro para ir a clase, alcanzando brillantes notas. En el colegio te ganaste el cariño de los jesuitas y de buenos amigos que te duraron siempre. Como nuestro Carde.


Lola, tu esposa, fue tu otro extraordinario amor, capaz de darte, además de amor, ilusión y alegría por la vida. Una vida que llenaste a tope, con viajes, excursiones dentro y fuera de España, acudiste a clases de sevillanas y parrandas. Participabas en las fiestas vistiéndote de huertano. Y lo mismo acudías a la romería del Cristo de Monteagudo que al Rocío, a las ferias andaluzas o a presenciar su Semanas Santa.


En lo profesional alcanzaste importantes puestos de responsabilidad y mando, así como en diversos negocios particulares, dejando en todos la estela de hombre, además de inteligente dialogante, trabajador y eficiente de buena persona.


Ahora que te has ido para siempre, pienso que nadie como tú ha sabido guardar en silencio tus muchas obras de caridad, tus actos piadosos y tus cariños retenidos en el interior de tu alma solo conocidos por Dios. Vicente, decía San Agustín que el recuerdo es una oración. Tu familia, tus amigos, todos cuantos te hemos conocido y tratado seguro que vamos a estar rezando constantemente por ti.


Desde la otra orilla en la que ahora te encuentras, hazlo también por nosotros. Te lo rogamos. Descansa en paz. Un abrazo.