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Don Manuel Alonso

Jumilla, 22 de febrero de 2017

Obituario Manuel Alonso

Amigo de todos


Falleció el sábado pasado y comenzó una vida que es para el creyente la que desea lograr tras el transcurrir por la vida terrenal. No tengo la menor duda de que es así porque, teniendo en cuenta su trayectoria en todas las etapas de su vida, así se puede deducir. Desde los años que compartimos en la escuela primaria, con nuestro maestro Don Mariano Suárez, destacó, entre otras cosas, su habilidad por el dibujo y optimización de recursos (reemplazaba el lapicero cuando la mina del anterior era más larga que la madera restante); era aplicado y ayudaba a los demás.


Después, su prolongado trabajo en la albañilería, que no abandonó hasta su marcha, primero como peón con el maestro Bernardo, bajo la tutela de su querido padre, Eulogio, y años después, ya con su padre como cabeza de la empresa, hasta ocupar la gestión de la misma. Y hasta hace unos dos meses que, a pesar de su edad, siempre estaba en primera fila colaborando para darle continuidad en el tiempo estando su hijo Eulogio al frente de la misma.


Hay que destacar su preocupación constante por sus trabajadores. No dudó un momento en acoger en su empresa a los primeros inmigrantes continuando todavía alguno de ellos, que encontraban en el a su propia familia. Fue un maestro albañil destacado, no solo en lo referente a su preparación para aplicar el proyecto de la obra sino por su buen saber para acceder a la adjudicación de los mismos, cualquiera que fuese la obra a ejecutar: edificios singulares, restauración de iglesias, casas unifamiliares de pueblo, las famosas reparaciones en viviendas, etc.


En su vida familiar, en la que en todo momento, junto con su mujer Josefa, tuvo la prioridad de encauzar a sus hijos en las áreas en las que podrían ser útiles a la sociedad. Y qué decir del seguimiento que hacía a sus muchos nietos, facilitándoles, además del cariño de abuelo, esos otros detalles, algunos mercantiles, que les hacían felices. Sus amigos éramos beneficiarios de su satisfacción por la condición de abuelo y así, cuando nacía cada uno de ellos, celebración que hacía; y qué decir cuando vino su Manuel.


El darse a los demás fue una de sus mejores virtudes. A ello contribuía su memoria privilegiada, que cuando trataba de componer y recitar poesía ahí estaba deleitándonos a todos. Y qué decir de sus chistes, de todo tipo, adecuados a la situación que estábamos compartiendo, incluso aquellos que no me gustaban y que previamente a contarlos me lo advertía. Al final, también compartía el efecto producido.


Su preocupación por la cultura fue uno de sus objetivos, aportando su buen hacer. Fue uno de los fundadores de la Asociación Jumillana de Amigos de la Música (AJAM), siendo el segundo presidente, periodo difícil que resolvió favorablemente, continuando un segundo mandato al ser elegido por votación.


No se puede olvidar su cargo de presidente del Círculo Cultural de Jumilla, que no cabe la menor duda habría desaparecido de no haber sido por él, con la colaboración de algunos amigos. Siempre lo encontrábamos cuando lo necesitábamos; esta virtud lo hacía todavía más grande. El darse a los demás no es tan fácil en estos tiempos y es algo que no se puede fingir. Finalmente, destacar lo más importante para mí. Ha muerto como creyente, confirmado por las palabras del sacerdote que presidió su entierro, que al recibirle el día de su muerte, y después de comulgar, se lo agradeció con una sonrisa.