Don Antonio Peñafiel Ramón
Murcia, 24 de julio de 2017
Obituario. Antonio Peñafiel Ramón
Pocos murcianos tienen el honor de pasar tras su muerte, de forma automática y por consenso general, a la historia de la ciudad de Murcia. Pero eso le ha sucedido al catedrático Antonio Peñafiel Ramón, incansable investigador de las tradiciones, raíces, costumbres, usos y memoria colectiva de su Murcia amada. Era Peñafiel experto en la llamada Historia de las mentalidades, disciplina en la que fue pionero en la Universidad de Murcia, donde desempeñó su cargo de catedrático de Historia Moderna con evidentes aciertos académicos.
Durante 46 años, consagró su vida a transmitir a generaciones de nuevos historiadores cómo debe custodiarse, protegerse y difundirse el espléndido patrimonio material e inmaterial murciano, además de ser autor de muy variados libros, numerosos artículos, intervenciones en congresos, conferencias y proyectos de investigación.
Entre sus obras recordadas, figuran títulos tan sugerentes como 'Amos y esclavos en la Murcia del Setecientos', 'Mentalidad y religiosidad popular murciana en la primera mitad del siglo XVIII' o 'Mujer, mentalidad e identidad en la España Moderna (siglo XVIII)' y una sabrosa historia del paseo del Malecón. Las clases con Antonio Peñafiel supusieron para muchos alumnos, que luego mantendrían su amistad con el profesor durante décadas, el descubrimiento de su vocación por la investigación. Con similar pasión enseñaba el catedrático, gran amante de la mar, hasta donde se escapaba cuando podía, sin olvidar aquella gata persa que era su debilidad.
Como también lo fue su familia, tanto María Teresa Beltrán, con quien compartió cuatro décadas en esta vida, como sus hijos Álvaro y Gonzalo. O su inseparable hermana Concha. Todos sabían que para el profesor, tan versado en costumbres históricas, había una tan actual como determinante en su vida: Hay que ser una buena persona. Y lo consiguió.
Es muy probable que, en esta Murcia desmemoriada donde habitamos, el nombre del gran catedrático sea olvidado, como el de tantos ilustres murcianos que lo precedieron. Pero para siempre quedarán sus espléndidas obras que, de generación en generación, reverdecerán cada vez que alguien vuelva a vibrar al conocer nuestra historia a través de sus páginas, de las páginas que compuso un erudito, pero que escribió un enamorado de su tierra.