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Antoñico de Cano

Murcia, 10 de marzo de 2012

Un apasionado del cielo

ANTONIO CARRILLO C.

Seguro que tu primer acto donde estás ahora, ha sido descifrar todas las claves meteorológicas que tanto te intrigaban aquí, constantemente pendiente de ese cielo y de esas nubes que ahora observas desde una perspectiva distinta. En este momento, que las ves desde arriba, desde el Cielo, seguro que sabes por qué aquel día que dijiste que llovería, lució un esplendido Sol. O aquel otro en que Venus se ponía tras las serranías del oro, que auguraste un caluroso día y, sin embargo, llovió copiosamente.

Sin desanimarte por los errores y consciente de la dificultad que tu empeño suponía, anotastes todos los eventos climáticos de nuestro pueblo durante años. Me comentabas que buscabas un continuador de tan minuciosa tarea, espero que lo hayas conseguido y sea un digno sucesor; aunque dudo que sea tan apasionado de los fenómenos atmosféricos como lo eres tú. Ya sabes que yo lo hubiera hecho gustoso si mi residencia habitual hubiese sido Abarán. Un inconveniente más de residir fuera de nuestro querido pueblo.

En esas tardes de verano sentado en las cuatro esquinas, dabas argumentadas predicciones del tiempo, basadas en datos reunidos por ti, a todos los que te lo requerían: ¿Antoñico va a llover mañana? Seguro que cansado de que te recriminaran fallos quienes no entendían la dificultad que entraña predecir las evoluciones atmosféricas en nuestra zona geográfica, encontraste la perfecta respuesta: «Puede ser que llueva…. Pero puede ser que no». Los que te conocíamos entendíamos que la primera parte de la frase era la predicción y la segunda solo buscaba evitar reproches de los que no eran conscientes de la complejidad del tema.

A pesar de las circunstancias que te rodeaban, siempre estabas de buen humor, con la sonrisa abierta y dispuesto a la tertulia, sobre todo si ésta giraba en torno a planetas o estrellas, a temporales o tormentas, a granizadas o a pertinaces sequias. Observando desde el Atrio cada objeto brillante de cielo y deduciendo cómo evolucionaría la atmosfera en función de por dónde salía y, fundamentalmente, por dónde se ponía.

Te recuerdo de vuelta esos domingos de verano que ibas a disfrutar de la playa contra viento y, en tu caso, mareas, que nada tenían que ver con las marítimas. Desechando las ofertas de transporte de muchos vecinos que te ofrecían sus vehículos, continuabas tu caminar sabiendo que eso te ayudaría a mantenerte en forma durante más tiempo.

Antoñico de Cano, aquí te echaremos de menos, especialmente tus vecinos de la calle Larga. Ahora, sin incertidumbre ni temor a fallar, seguro que seguirás hablando de la lluvia o del cálido día soleado con habituales tertulianos, como la Marica de Damián, la Trini de la Patrocinia, Antoñico del cine, tu pariente Cano o la Felisa.

Hasta siempre.