Adiós a un hombre afable
Murcia, 26 de octubre de 2021
Las complicaciones en la enfermedad de diabetes que padecía acabaron con la vida de Antonio Ayala Abenza (Ulea, 1942), alcalde de Ulea entre los años 1988 y 1991. Cuando era joven, sus padres emigraron a Barcelona y él vivió con ellos algunos años, hasta que regresó definitivamente a Ulea en 1985. Contrajo matrimonio con Victoria Vargas Abenza el 10 de agosto de 1968, en la iglesia de San Bartolomé. Fruto de esa relación nacieron sus cuatro hijos: Victoria, Antonio, María José y Carlos de la Cruz.
Una de las primeras ocupaciones que tuvo fue como trabajador en una imprenta y, después, vendiendo vehículos. En el año 1972 aprobó unas oposiciones a la Seguridad Social y ejerció como celador durante 49 años, primero en el Insalud y, luego, en el Servicio Murciano de Salud.
Fue una persona muy conocida y querida en Ulea. Era cariñoso, afable y con afán de servicio público. Aficionado al fútbol y seguidor del Barcelona y de la selección española, le encantaban las flores y las plantas. Disfrutaba con ellas en el jardín de su casa. También le gustaban el cine y el ajedrez, y sentía pasión por Frank Sinatra y Barbra Streisand.
En las elecciones municipales de 1987 se presentó como independiente y obtuvo un acta de concejal. Un año más tarde, participó en una moción de censura junto a Alianza Popular (AP) para desbancar al PSOE de la alcaldía, convirtiéndose en regidor de Ulea, cargo que desempeñó desde el 5 de abril de 1988 al 15 de junio de 1991, los dos últimos años ya con el PP, tras afiliarse y desaparecer AP.
Durante su mandato, logró informatizar la Casa Consistorial y regularizar los sueldos de los empleados municipales. Impulsó la instalación de una de las principales empresas hortofrutícolas del pueblo, Frutas Ulea, y desplegó varias iniciativas en apoyo de los jóvenes, a los que instó a que se formaran.
También se interesó por la rotulación de las calles para que estas estuvieran bien numeradas, de ahí que se puso manos a la obra para diseñar todo el casco urbano, y lo consiguió. Una vez que dejó la alcaldía al carecer de fuerzas para seguir ocupando cargos de responsabilidad, optó por no encabezar la candidatura siguiente. Pero, sin embargo, se comprometió con el PP de la localidad, convirtiéndose en un activo fundamental en el funcionamiento interno de la formación de centroderecha. Puso al servicio de su partido sensatez, armonía y sabiduría suficiente como para ganarse el respeto de todos los militantes.
Su muerte causó una enorme tristeza en la población y a su entierro, celebrado en la tarde del pasado domingo en la iglesia de San Bartolomé, acudieron numerosas personas que mostraron a sus familiares sus condolencias. Descanse en paz.