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A Pepe Marcos, escultor y torero

Murcia, 4 de julio de 2014

Ayer te enterramos, maestro, tras recibir en la plaza tres cornadas mortales.


Ayer te despedimos Pepito, el figura que se puso el mundo por montera y eligió la vida como ruedo.


Has arrancado las lágrimas de tus seguidores, todos los que amaron tu arte y brindaron su copa contigo.


Has sido escultor y también torero, doble mención que resume en dos palabras la esencia de tu vida, alterna en la luz y en la sombra, como el ruedo que la encierra.


Pero hoy, solo queremos evocar tus tardes de gloria y el destello de tus luces arraigado en la memoria.


Las luces de tu arte, de tu buen hacer, de tu escultura.


Tus diestras manos ya no acariciaran el barro, tierra fertilizada en agua, que conducías a su metamorfosis en postura, figura y paisaje humano.


En largas tardes de maestrazgo, has dejado tus sabios consejos, ahora te llevas mil misterios de tu ancestral oficio.


Pero queda tu rastro, la estela de tu singular existencia en forma, volumen, desnudo, en esas esculturas que son, están y serán, portando tu huella impresa en bronce hasta la eternidad.