Te esperábamos el pasado lunes, como tantos otros, a primera hora de la mañana. Pero te retrasabas inexplicablemente, un hecho que nos llamó muchísimo la atención porque siempre has sido un profesional cumplidor, puntual y atento. Como un manotazo duro, un golpe helado... Así hemos tenido que afrontar la indeseada noticia del fallecimiento de nuestro compañero y amigo Felipe Aparicio, 'El maestro Felipe', como lo llamaban todos sus alumnos del instituto Domingo Valdivieso.
Era un hombre apacible, templado y discreto, cualidades que le sirvieron para afrontar las dificultades y que lo convirtieron en un profesor único. Poco amigo de fastos, de reconocimientos, de lisonjas, con su prudente y personal trabajo ha dejado una huella indeleble.
Toda una vida formando adolescentes que gracias a esa forma suya de trabajar se desprendieron de los prejuicios hacia el ámbito científico, con sus recursos y su sabiduría para dirigirse de forma individualizada a cada alumno con juegos y estrategias que aplicaba con naturalidad. Te fuiste tan callado que apenas nos dio tiempo a preparar esta despedida. Porque aún teníamos que hablar de muchas cosas, compañero.