Un conductor de tren con un corazón tremendamente solidario
Murcia, 25 de julio de 2015
Obituario Diego Cubillana, conductor de Talgo y voluntario en diversas ONG
Diego Cubillana llegaba a Alcantarilla destinado por Renfe a finales de la década de los 60 para seguir realizando su labor de conductor de trenes Talgo y también para aportar a la ciudad un gran corazón inundado de generosidad, con el que ayudar a aquellos vecinos que más lo necesitaban.
Poco tuvo que indagar Diego Cubillana para averiguar que un grupo de unas doce personas nos dedicábamos a atender a esas familias a través de la información que otros vecinos nos hacían llegar. Éramos los servicios sociales de Alcantarilla desde 1954 -salvando las distancias y con todo respeto-, y por ello en el municipio nos habían bautizado como la peña 'La Miseria'.
Cáritas y la Asociación Española Contra el Cáncer se sumaron pronto a los colectivos de ayuda que contaron con la colaboración de Diego Cubillana, con los que ha seguido colaborando hasta el momento de su muerte. Es difícil olvidar las horas pasadas juntos y las experiencias compartidas. Hoy recuerdo uno de tus últimos gestos, cuando te fuiste hace unas semanas tras conocer la situación de un padre de familia. Se acababa de quedar sin trabajo y, tras decirte que no tenían ni para pan, te acercaste a la panadería diciendo «a partir de ahora, el pan de esta familia lo pago yo».
Como ésta han surgido miles de anécdotas de situaciones vividas en común, pero sobre todo surgió una gran amistad que nos permitió compartir la satisfacción de poder ayudar a los demás, y también en algunas ocasiones la pena por llegar tarde o carecer de los medios necesarios para auxiliar a otros.
De todas las personas que llegamos a integrar esa peña, solo quedábamos tú y yo, Diego, y nuestro padrino de honor, el doctor Agustín Navarrete que tanto hizo desinteresadamente y sigue haciendo por los ciudadanos de Alcantarilla.
Cargada te llevas la mochila de recuerdos, amigo. Los vividos con familia y amigos y las intensas experiencias que tu gran labor te ha llevado a vivir. Pero sobre todo te llevas un gran corazón que logró hacernos sentir a todos más arropados y seguros. Porque los más necesitados seguirán siendo atendidos por ese gran número de personas que se entregan en cuerpo y alma a ello, pero tus amigos hemos sufrido un gran derrumbe en nuestros corazones: el de tu marcha.