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Un caballista de leyenda en el cielo

Murcia, 7 de mayo de 2020

Obituario Tomás Sánchez Collados

En la noche de cada 5 de mayo, el estallido en el cielo del 'trueno gordo' marca el final de las fiestas de la Cruz en Caravaca. Este año no se escuchó, no hubo castillo de fuegos artificiales, la pandemia lo impidió, como también ha dejado sin fiestas al municipio. Esa noche, muchos caballistas miraron al firmamento para buscar entre las estrellas a los festeros fallecidos en los últimos días. Entre los caballistas que se han ido está uno de los grandes, Tomás Sánchez Collados, conocido como 'El Gamba', panadero y marchante de ganado, que se fue a correr al cielo una madrugada del pasado mes de abril.

La dinastía de 'los Gambas' marcó una etapa importante en el festejo de los Caballos del Vino. Tomás vivió toda su vida ligado al mundo del caballo. A sus 86 años podía mirar hacia atrás y ver su estela, su legado. Se ganó el cariño de muchos y el reconocimiento de todos como un «caballista de leyenda». En 2008, recibió las 'Ramaleras de Oro', galardón de la peña Al-Bino con el que se reconocía su gran conocimiento del mundo del caballo, así como del espectáculo más popular de Caravaca. Su buen hacer, su disposición para ayudar a quien le solicitase información sobre las distintas facetas del festejo y su carisma le hicieron acreedor del afecto de los caballistas, desde los más veteranos a los más jóvenes. Aquel reconocimiento fue seguido de otro, compartido con sus hermanos, que fueron galardonados por la peña Júpiter.

El propio Bando de los Caballos del Vino lo califica como «un caballista histórico, de los más grandes que nos ha dado el festejo». Participó durante muchos años en las fiestas, obteniendo numerosos premios de carrera y alguno en enjaezamiento. En su currículum caballista destaca su maestría y habilidad para manejar con soltura y seguridad a caballos muy complicados por su fuerza y su bravura. Quienes necesitaban un consejo, lo tenían, y llegó a entrenar a jóvenes para la carrera. También destaca que fue el primero en preparar a dos mujeres para que corrieran la cuesta, siendo precursor de la participación femenina en el festejo, más allá de los bordados y de otras tareas que parecían ser exclusivamente para ellas.

Una anécdota que se recordará siempre y que revela el carácter de Tomás y de sus hermanos ocurrió en 1972, cuando el jurado, entonces no votaban las peñas, otorgó el primer premio al poni 'El Príncipe'. El enfado fue tan grande que Tomás y sus hermanos arrancaron las piezas de enjaezamiento de su caballo y las rompieron en la explanada en medio de una multitud, entre los que había muchos que reconocían que «había sido una injusticia».

Tomás, también conocido como 'El Chinano', compartió protagonismo en los años sesenta con otros grandes caballistas, como José 'El Habitación', 'El Tomate' y 'El Arturo', quienes hicieron de este festejo una pasión y una forma de vida que supieron transmitir a las nuevas generaciones. Hizo lo mismo durante años con la peña Gacel, siendo el 'alma mater' de la misma y enseñando con entusiasmo a sus caballistas a correr en la cuesta y a manejar el caballo con maestría.

Tomás ya descansa junto a otros grandes caballistas. Cuando el año que viene vuelvan a correr los caballos junto a las murallas del castillo, muchos mirarán al cielo en señal de reconocimiento a este caballista que se fue al paraíso.