Las castañuelas del silencio de Santiago el Mayor
Murcia, 18 de marzo de 2018
Obituario
Todo empieza el Jueves de Pasión con el tañir de las castañuelas, picar y repicar, una vez y otra vez y otra, hasta que mi barrio se llena con el silencio rítmico, sordo, pleno, profundo, respetuoso, lúgubre y lleno de tristeza de ver al Santísimo Cristo en la Cruz.
El cortejo huertano, en silencio, acompaña por el calvario de calles de Santiago al Cristo de la Salud. Ora tañe la mano derecha. Ora repica la izquierda. Como entre brumas, miro al cielo y veo otra procesión del silencio, la auténtica, la verdadera, la de los hombres y mujeres buenos ya despedidos de esta tierra y de esta carne que tienen vestido de rosas y claveles el paso del Crucificado, el Tomás Morales, el Manolo Sojo, La Lina, El Tío Luis, Antonio el dentista, el Pepe Hernández y tantos otros que con sus faroles encendidos de estrellas, nos guían al gólgota de luz y esperanza que a todos nos espera.
Y siguen tañendo las castañuelas, ese sonido que es como un llanto de dolor y esperanza por toda la humanidad. Ese picar y repicar que nos guiará a todos y cada uno de nosotros a encontrar nuestra luz y nuestra paz eterna.
Y me pregunta una huertana: 'Oye, ¿tú sabes cuándo nos iremos a esa procesión que tanto ponderas, a esa que llamas la auténtica?'
Y yo le contesto y le digo: 'mira, no lo sé con fijeza, pero te irás cuando cese el silencio que ya te he contao, el silencio de las castañuelas, el que hace que el cuerpo se envare, te entre la temblaera y el alma se te crujiera'. Y ya lo sabes huertana y de esa forma, y aquí, queda dicho, en Santiago y por estas fechas vive el silencio del Hombre, ese, el de las castañuelas. Ora la mano derecha. Ora repica la izquierda.