Hasta siempre al alma de la Expo 92
Otras localidades, 18 de junio de 2022
Ginés Aparicio fue un cartagenero de los grandes en el más amplio sentido de la palabra, más conocido fuera de la tierra que le vio nacer en 1938. Después de estudiar en Maristas, donde destacó, marchó con 16 años a Madrid para formarse como Ayudante de Obras Públicas y, posteriormente, hacer Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos. Era mayor que sus hermanos, Gabriel y María Dolores. Ginés era un hombre humilde y sencillo. Le gustaba venir de vacaciones siempre que podía. Apasionado de la ingeniería y de los retos con el objetivo de mejorar la vida de las personas, fue condecorado como Comendador de la Orden de Isabel la Católica por el Rey.
Su gran obra fue la Expo de Sevilla, con su incorporación en 1987 como director de Proyectos y Construcción. Muy trabajador, inasequible al desaliento, extraordinario coordinador de equipos, se le conocía con el cariñoso apelativo de 'maestro de obras de la Expo'. No puedo olvidar cómo le conocí, con motivo del proyecto de entrada de la autovía a nuestra trimilenaria. En el proyecto original, la carretera entraba elevada hasta la plaza de Alicante, tipo scalextric, y dejaba todos los negocios por debajo del trazado, con la consiguiente pérdida de actividad.
La asociación de empresarios afectados me llamó para ver cómo podíamos resolver el problema. Comenté que necesitábamos un ingeniero para presentar una alternativa. Hernández Márquez dijo que el mejor estaba en la Expo y era cartagenero. Se refería así a Ginés Aparicio, hijo del maestro Aparicio. Fuimos a verlo a Sevilla, nos atendió de maravilla y rápidamente aportó la solución. Y presentamos un modificado a Carreteras. Era tan resolutivo y efectivo que el proyecto fue admitido sin discusión y la autovía se cambió a su forma actual. Los empresarios se lo agradecimos con un viaje a Sevilla y con una cena en El Burladero del hotel Colón, donde le dimos un gran homenaje a él y a su esposa. Le impusimos el escudo de oro de su ciudad. Al día siguiente, nos invitó a la Expo, ejerciendo de anfitrión, un lujazo que no se puede olvidar. Abrió las puertas para muchas empresas de su ciudad que trabajaron en Sevilla, como Tamar, que realizó obras en el Puente de la Barqueta, en pabellones y en el tren aéreo Tío Pepe. Terminó su carrera como vicepresidente de la consultora Ayesa. El mayor triunfo de su vida fue su mujer, Lola, y haber tenido a su hija Elena, y, últimamente, conocer y disfrutar a su nieta, Lola.
Querido y apreciado Ginés, desde tu patria chica sirvan estas letras de reconocimiento al gran hombre que deja una inmensa huella. Estoy seguro de que junto al Padre ya estás diseñando una nueva autovía de 6/8 carriles para que entremos con facilidad en la eternidad y con una obra de mucha calidad, como era tu estilo. Hasta siempre, querido maestro.