El sacerdote que luchó por los mineros
Murcia, 15 de noviembre de 2014
Obituario Salvador Sánchez Paños
El reciente fallecimiento de Salvador Sánchez Paños trae a un primer plano de la actualidad su personalidad irrepetible y su lucha en favor de los mineros, que queremos evocar aquí como un acto de homenaje a su recuerdo.
A los dos años de haber sido ordenado sacerdote, fue designado en 1956 párroco del Estrecho de San Ginés, en plena zona minera, donde permanecería hasta 1961. Desde el primer momento se interesó vivamente por conocer de forma directa y personal las condiciones de vida de los mineros en aquellos difíciles años. Su acercamiento a los mismos lo llevó al extremo de bajar con ellos en repetidas ocasiones a los pozos de las minas y, en circunstancias concretas, a pasar noches enteras en las cuevas que algunos de ellos habitaban.
Así, pudo persuadirse de la necesidad de prestarles ayuda, y lo hizo con todo su haber y poseer, y recabando donativos incluso estatales para resolver las múltiples carencias de aquel entonces importante contingente de trabajadores, apostando de manera decidida por la mejora de sus situaciones personales y familiares. Ello le condujo a posiciones comprometidas, viéndose incluso vigilado y sancionado gubernativamente.
No es fácil encontrar otra persona que supere las virtudes de generosidad, desprendimiento, disponibilidad y austeridad que le adornaron, ni que le iguale en las de humildad, mansedumbre, mesura, cordialidad y exquisitez de trato, pero ello no le impidió mantener firmes sus convicciones frente al poder político del momento, en apoyo de aquellos miembros menos favorecidos y desprotegidos de su pequeña feligresía, inflamado su espíritu de joven párroco del ardor evangélico, alejado de cualquier ideología política.
Por ello, aquellos esforzados trabajadores, que conocieron la imagen más limpia y próxima de la Iglesia, se volcaron con Don Salvador, como lo demuestra el hecho de haber prestado su trabajo personal de manera desinteresada para la construcción del templo parroquial de La Unión, llevada a efecto prácticamente por ellos en un muy corto espacio de tiempo, en fines de semana y horas de tarde y noche después de sus jornadas en las minas. Este proceder ciertamente insólito, que honra a sus protagonistas y que es solo interpretable como expresión de la gratitud de los mismos hacia una labor sacerdotal radicalmente testimonial, da la cabal medida del grado de significación de ésta y de su impacto en la conciencia colectiva.
Este sacerdote, secularizado en 1968, ha dedicado, tras su jubilación, más de veinticinco años a los más necesitados en Cáritas Diocesana, de la que ha sido su alma máter.
Desearíamos y estimamos de justicia que por parte de la Fundación del Cante de las Minas, que recoge el espíritu minero arraigado en nuestra Región, como uno de sus activos culturales y turísticos, se pudiera otorgar algún tipo de reconocimiento formal a la singular figura del sacerdote Sánchez Paños, para que no se pierda en el olvido la ingente labor desarrollada por el mismo en beneficio de quienes encarnaron los valores del trabajo minero.