El que nunca se callaba
Lorca, 11 de marzo de 2019
Obituarios Antonio Soriano
Llegué a Lorca en abril de 2007, cubrí mi primera rueda de prensa en el Ayuntamiento al día siguiente y me encontré enseguida con un señor mayor que no callaba. Cuando el alcalde ya había terminado con sus declaraciones, él seguía preguntando, y luego saltaba a otro tema que el político no se esperaba y le espetaba una pregunta directa al esternón, que el entrevistado -o más bien el interrogado- respondía casi a regañadientes, con una sonrisa postiza que contrastaba con la sonrisa franca del periodista Antonio Soriano Peñas, el decano de la Prensa lorquina que nos ha dejado a los 82 años; en plena juventud, como aquel que dice, porque la mente de Soriano era fresca y curiosa, casi como la de los niños que están aprendiendo a descubrir el mundo, aunque él ya estaba de vuelta de todo.
Soriano era un experto en desinflar. Sabía que los ídolos muchas veces tienen los pies de barro. «Fulanito, te has puesto de buen año», le soltó una vez a cierto líder regional que entró en la Sala de Cabildos con pompa de rey, apeándole al instante del pedestal. «Vale más que nos dejemos de cuentos chinos y sigamos con los 'chinos' de siempre», le recomendó a la clase política en momentos en que Lorca parecía que iba a convertirse en una sucursal aventajada de Hong Kong. Proyectos que se vinieron abajo, como él ya había previsto; megadirigentes que luego se quedaron en nada.
Después de los terremotos no dejó títere con cabeza. Cuándo vendrán las ayudas. Por qué no han venido ya. Eso ya lo prometió tu jefe el mes pasado. Siempre con elegancia, sin elevar el tono de la voz, con una sonrisa sobre sus ojillos achinados, escondidos detrás de las gafas pero sin poder ocultar una inteligencia descomunal, una memoria de elefante y un afán por defender a sus vecinos poniendo a su disposición la mejor arma: la verdad. O en su caso 'La Verdad', porque aunque pasó muy dignamente por otros medios de comunicación, Antonio Soriano fue durante medio siglo el responsable de esta cabecera en la Ciudad del Sol.
La prensa lorquina ha perdido a un auténtico decano, un maestro de la profesión de quien muchos aprendimos cómo saber estar, a encararnos libreta en mano con el poderoso de turno y hacerle sudar cuando era necesario. Jamás discriminó entre la izquierda y la derecha, jamás apostó en sus páginas por el Blanco o el Azul, nunca le vimos faltarle a nadie al respeto. Hoy los periodistas hemos perdido un referente; muchos lorquinos han perdido a un amigo, y toda la ciudad a uno de sus grandes defensores.
Descansa en paz, tocayo. Y gracias por no callar.