El guitarrista de pelo alborotado
Murcia, 8 de junio de 2014
Obituario Antonio Martínez Cánovas
Entre los gestos característicos de Antonio Martínez Cánovas, profesor de guitarra del Conservatorio Profesional de Música de San Javier, había uno que no podía ocultar que pensaba muchas cosas más de las que decía, que bajo su caballera arbórea circulaban las ideas por autopista. La enfermedad contra la que llevaba dos años luchado, con la ayuda artillera de Julia Olmos y la hija de ambos, María, se impuso y le obligó, el pasado miércoles, a despedirse para siempre.
Maestro de la guitarra, uno de los primeros profesores del Conservatorio Profesional de Música de San Javier, Antonio investigó en el folclore del Campo de Cartagena. Disfrutó de la dirección del grupo de folclore de la pedanía cartagenera de La Palma, con el que recorrió el territorio nacional de festival en concurso, de escenario en escenario. Compuso música la banda sonora del montaje 'Escuadra hacia la muerte' para la coproducción de La Murga Teatro con la Compañía Rafael Laguna de Vista Alegre. En su trayectoria quedan numerosos conciertos en directo, charlas en centros de enseñanza y la vocación educativa, por la que deja varias generaciones de alumnos huérfanos de su trato cercano.
Compañeros de trabajo, familiares, alumnos y amigos le dieron ayer el último adiós en la parroquia de Torre Pacheco, donde residía. Los músicos que han compartido con él planes de estudio y conciertos coinciden en el rigor que siempre se puso con la música. «Tenía las mejores condiciones y una técnica superdotada, siempre con una humildad y un grado de auto crítica tan elevado que rozaba el castigo, creo que por su enorme exigencia no se daba cuenta del gran talento que tenía», cuenta Juan Manuel Ruiz Pardo, profesor de guitarra del Conservatorio de Murcia. Su colega del grupo The Ladywriters, que versionaban los temas de Dire Straits, no duda: «Tenía el trémolo más bonito que he oído en mi vida», afirma.
Duelo en el conservatorio
Ese sonido absolutamente limpio de sus cuerdas y una permanente sonrisa que le achinaba los ojos bajo esa cabellera revuelta son dos de las señas de identidad que los amigos nunca olvidarán de este guitarrista que llevó con fortaleza hasta el final los trances más difíciles. Tanto que, en plena recaída, la última, en una nueva fase de aislamiento impuesto por prescripción médica, seguía tocando varias horas al día y componiendo, encerrado con sus aparatos de sonido y sus guitarras. Con su mejor humor, arañado del fondo de un pozo casi seco ya de resistencia, creó una rumba a la que tituló 'El romance de la pescatera', para la que embarcó a amigos y concidos para grabar el correspondiente vídeo en el puerto de Cartagena. Hasta las enfermeras del hospital Virgen de la Arrixaca participaron en el proyecto.
El vídeo, en apenas un mes, ha logrado ya acumular más de siete mil visitas-se puede ver en YouTube-, animadas por la chispa y el humor que Antonio conservó hasta el final. El Conservatorio suspendió toda su actividad durante dos días en recuerdo y honor de su guitarrista del pelo alborotado.