Caballista y caravaqueño
Albacete, 12 de febrero de 2010
Se fue en silencio, como vivió. Si hubiera que elegir un nombre propio para hablar del caballista, si sólo se pudiera elegir uno, muchos no dudarían: 'el Arturo'. Este nombre ya estará para siempre unido al emocionante e insólito festejo de los Caballos del Vino de Caravaca. Partió de este mundo rumbo al cielo de los valientes, de los hombres duros, al cielo de los caballistas caravaqueños. Decir 'el Arturo' es hablar de la historia de los Caballos del Vino. «Durante muchos años fue el soporte más fuerte para cimentar el desarrollo del festejo», como reconoce Pedro Ballester en sus publicaciones sobre las fiestas.
El festejo tal como hoy lo conocemos se fraguó en el entusiasmo y en la ilusión de este caravaqueño, que competía cada año junto a otros geniales caballistas por alzarse con el primer premio de enjaezamiento, despertando pasiones y haciendo amistades que cultivó durante toda su vida. Arturo tenía 82 años; el pasado sábado, su moto fue arrollada por un coche; quedó inconsciente y, aunque más tarde se recobró, ya no podía reconocer a los suyos. El diagnóstico no dejaba dudas. Su corazón dejó de latir ayer por la mañana y hoy tendrá lugar su entierro.